𝗦𝗛𝗬 𝗕𝗢𝗬

¿𝑻𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒍𝒐?

Luego de aquello, pasaron por la zona de juegos, en donde Lee hizo uso de sus habilidades para el básquet, y juntos ganaron un par de llaveros de gatito, que guardaron como recuerdo. Comieron papas fritas hasta más no poder, y por qué no, Heeseung compró un libro que había llamado la atención de Sim por unos insignificantes cinco segundos, y que de todos modos le hizo muy feliz.   

Salieron de allí, siempre de la mano, y entonces decidieron ir por unos cafés, ya que habían descubierto que ambos eran amantes de la cafeína y la crema chantilly.   

Se sentaron en la banca de una plaza cuando el sol se estaba escondiendo y aprovecharon aquella paz que no había en el centro comercial, para hablar.   

—¿Así que en realidad no ves mucho a tus padres? Supongo que es normal; trabajan demasiado... El mío es igual. —rió un poco, viendo su vaso de café a la mitad.   

—Debe estar esforzándose para conseguir ese trabajo. —el menor asintió, soltando un suspiro.   

—¿No... te sientes solo a veces? —lo miró.   

—No, porque te tengo a ti. —le besó la frente y el rubio se sonrojó. —¿Qué hay de ti? ¿Te sientes solo?   

—Bueno... aún extraño a mi madre. —esbozó una triste sonrisa, viendo el suelo. —Cuando llegué a Seúl a principios de año, aún estaba resentido por su accidente. Pensaba: "¿por qué a ella, si era una persona tan buena?", o... intentaba buscar culpables. —murmuró, con algo de arrepentimiento. —Tenía rabia, así que me volví hostil. —admitió con una risita avergonzada.   

—Eso explica al Sim rudo que conocí entonces. —sonrió de lado. —En realidad, no lo pareces, pero eres un chico bastante tímido. —le acarició la mejilla con los nudillos.   

—Tal vez. —aquel contacto le hizo cerrar los ojos por un instante. —Pero ya no me siento así. —le miró. —Me ayudaste a salir del agujero en que me encontraba, aunque en ese momento ni siquiera me di cuenta. —rió un poco. —Gracias, Lee. Por hacer mi vida más feliz.