20.- Tenemos media hora.

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Ese día se despertaron a la vez, Pablo como siempre protestando por la alarma y Pedri riendo mientras la apagaba medio dormido. Se quedaron unos minutos procesando que se tenían que levantar, abrazados y dejando caricias que ya se habían vuelto costumbre. Pablo estaba tumbado sobre él y Pedri no podía negar que le encantaba dormir con el peso de su cabeza en su pecho. El silencio de la habitación y sus respiraciones calmadas les tentaban a dormirse otra vez, demasiado cómodos en los brazos ajenos. Pero entonces Pablo suspiró y se removió, subiendo la cabeza hasta que pudo esconderla en su cuello y apretando la mano que tenía en su cintura. Pedri sintió sus labios dejar un beso suave en la piel de su cuello y se le erizó la piel.

-Buenos días - Susurró pasando una mano por su espalda y abriendo los ojos para acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana.

-Mhm - Murmuró Pablo sin sentido alguno mientras volvía a darle un beso en el cuello y movía la mano desde su cadera pasando por su abdomen y su pecho en una caricia. Pedri sonrió y le dejó unos segundos para que terminase de despertarse tranquilo. La mano de Pablo dejaba caricias suaves que subían y bajaban por su torso y no dejaba de besar su cuello con labios húmedos y suaves. Y Pedri ya no sabía cómo sentirse, porque por una parte le encantaba despertarse así, con mimos. Pero por otro lado, Pablo le estaba poniendo cachondísimo con sus suspiros, besos y caricias. No sabía si esa era la intención del sevillano, pero este se encargó de dejárselo claro cuando pegó la parte inferior de su cuerpo a él. Pedri contuvo la respiración al notar la erección dura del menor chocar contra su cadera mientras Pablo dejaba escapar un sonido débil en su cuello.

-Te has despertado de buen humor, eh - Rió mientras Pablo volvía a mover su cadera para restregarse contra su cuerpo, bajando la mano por su abdomen. La pierna que tenía enredada entre las suyas subió hasta que su muslo rozó la entrepierna del canario y notó lo duro que estaba ya Pedri con apenas unos roces y movimientos.

-Imposible no hacerlo contigo al lado - Murmuró con voz ronca, sus labios rozándole el cuello con una sonrisa mientras colaba las yemas de sus dedos por el elástico de los bóxers del canario, dejándolos ahí sin bajar más. Pedri se mordió el labio y cerró los ojos, bajando la mano que tenía en su espalda despacio hasta que pudo dejarla sobre la curva de su culo.

No era normal lo que pasaba entre ellos. Eran insaciables, nunca tenían suficiente y buscaban constantemente más y más y más. No sabían si algún día cambiaría o disminuiría, las ganas que se tenían. Quizás era porque aún eran jóvenes, lo que tenían era algo nuevo y tenían las hormonas revolucionadas. O quizás era porque se sentían tan atraídos el uno hacia el otro que no podían evitar las reacciones de sus cuerpos. A lo mejor llegaría el momento en el que se despertasen juntos y no lo hiciesen con ganas de devorarse enteros, pero tenían claro que no iba a pasar en un futuro cercano.

-Pablo - Suspiró con tono de advertencia, apretando la mano que tenía en su culo cuando notó la mano del sevillano colarse despacio por sus calzoncillos hasta que las yemas de sus dedos rozaron la punta de su polla, que dio un respingo al notarlo. - No nos da tiempo.

-Tenemos media hora - Replicó pasando la lengua por su cuello despacio antes de cerrar sus labios y succionar, sacándole un gemido bajito - Dúchate conmigo y así tardamos menos.

La propuesta del menor no era algo nuevo, le había invitado a ducharse con él varias veces antes. Y aunque las anteriores las había dicho medio en broma, en ese momento parecía más en serio que nunca. Pedri supo que no podía resistirse. Menos aún cuando los dedos del sevillano rodearon su miembro de forma tímida pero segura, pasando el pulgar por la punta y acabando con cualquier rastro de cordura que quedase en él.

-No puedo pensar cuando me tocas así - Murmuró notando la mano del sevillano deslizarse despacio por su polla - Joder, vamos a la ducha.

-¿En serio? - Levantó la cabeza de su cuello para mirarle con una sonrisa y cuando Pedri asintió, dejó una última caricia con sus dedos para después sacar la mano de sus bóxers y darle un pico rápido antes de separarse.

Cafuné | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora