19.- Un día perfecto.

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Cuando finalmente salió del baño atándose la toalla en la cadera, se encontró a Pedri tumbado en la cama con el móvil, se había vestido y parecía relajado por la postura que tenía. Le miró en cuanto le escuchó acercarse y le dedicó una sonrisa dejando el móvil sobre el colchón.

-Te voy a coger ropa ¿vale? - Dijo Pablo mientras iba directo al armario sin esperar respuesta del canario.

-Están tan mezcladas tus cosas con las mías que ya no sé lo que es de cada uno - Rió sentándose en la cama sin dejar de mirar como los muslos de la espalda de Pablo se movían mientras buscaba en su armario.

-Mejor - Dijo distraído mientras cogía un pantalón de chándal, bóxers y una camiseta. No pensó mucho cuando dejó caer la toalla al suelo, quedándose completamente desnudo de espaldas al canario y sintiendo su mirada sobre él. Se puso la ropa rápido y se giró para comprobar que efectivamente Pedri tenía los ojos clavados en él. Soltó una risa negando con la cabeza y tirándole la toalla a la cara.

-¿Qué pasa? - Dijo Pedri riendo también mientras se levantaba de la cama y se acercaba hasta él - ¿No puedo mirarte?

-Sí, pero córtate un poco - Rió cogiéndole de la cintura para abrazarle y pegarle a su pecho - Que poco más y se te salen los ojos.

-No es mi culpa - Contestó levantando las manos de forma inocente antes de llevarlas a su pelo mojado para peinarle - ¿Tú te has visto?

Pablo sonrió y se inclinó para dejar un beso rápido sobre sus labios. Le encantaba que le dijeses esas cosas, no se consideraba egocéntrico, pero la satisfacción que sentía cuando Pedri le admiraba o le decía lo guapo que estaba, le hacía parecer un adolescente enamorado.

Lo que eres. Le gritó su mente.

-Oye - Murmuró mirándole a los ojos - Lo siento otra vez, por lo de esta mañana.

-Pablo - Dijo negando con la cabeza con una sonrisa pequeña - Lo sé, ya está, deja de pensarlo. Está todo bien, en serio.

-Vale - Suspiró apretándole la cintura y sonriendo contento.

-Además... - Añadió mirándole divertido antes de señalar a la cama con la cabeza - ...creo que me has pedido perdón de la mejor manera posible.

-¿Qué? - Dijo confundido antes de entender que se refería a lo que había hecho de rodillas hace unos minutos. Rió avergonzado y le dio un golpe suave en el pecho - Eres idiota, de verdad.

Pedri rió tirando de él hasta que pudo llevarle a la cama y meterse con él, se tumbaron por encima de las sábanas y encendieron la televisión. Al ser el día siguiente a un partido, lo tenían libre y no se les ocurría otra forma mejor de pasarlo que encerrados en la habitación los dos solos. Agradecieron internamente que a ninguno de sus amigos se les hubiese ocurrido llamarles, porque aunque les querían muchísimo, a veces podían llegar a ser un poco pesados. Las horas que quedaban hasta la cena las pasaron tirados en la cama, abrazados y robándose besos el uno al otro mientras fingían ver una serie en la televisión. Ninguno de los dos sería capaz de decir lo que pasó en los capítulos que vieron, demasiado distraídos con el contrario como para enterarse de algo. Parecía que la pequeña discusión de esa mañana les había hecho ser aún más cariñosos entre ellos, como si tuviesen miedo a separarse y volver a estar mal. O quizás era el momento que habían compartido después, la complicidad que sentían cuando se daban placer el uno al otro, explorar cosas nuevas mientras se descubrían juntos. No sabían cuál era la razón pero sentían que la conexión entre ellos se reforzaba, se convertía en algo más puro, más profundo. No dejaban de tocarse y buscarse mientras hablaban en susurros y se comían con la mirada. Era como si nunca tuviesen suficiente, siempre encontraban un trocito de piel nueva que tocar o una zona del cuerpo ajeno que todavía no habían besado. No se cansaban de mirarse y memorizarse, el corazón de ambos latiendo al mismo compás como si hubiesen sido creados para latir juntos. Y parecía que se había detenido el tiempo y solo existían ellos dos.

Cafuné | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora