21.- Juntos.

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Después de minutos largos, besándose en silencio una vez las lágrimas habían desaparecido y siendo incapaces de separarse el uno del otro, terminaron tumbados en el sofá. Pedri boca arriba y Pablo a su lado ligeramente sobre él, sus piernas enredadas y sus labios aún buscándose y acariciándose en besos lentos que mantenían a sus corazones acelerados. Se besaban sonrisas y se tragaban suspiros ajenos mientras olvidaban el mundo y se comían a besos dispuestos a recuperar todo el tiempo perdido. La mano de Pablo acariciaba su pecho mientras que la de Pedri se enredaba en su pelo y le mantenía cerca. Y cuando pareció que sus labios se dormirían de tanto besarse, Pablo le dio un último pico antes de abrazarse a él, hundiendo la cabeza en su cuello con un suspiro contento. Se sentían tan plenos, tan felices que no podían terminar de creerse que fuese verdad.

-Esto parece un sueño - Murmuró Pablo apretando el brazo alrededor de su cintura mientras respiraba sobre la piel de su cuello. No le era suficiente con nada, necesitaba sentirle constantemente más y más cerca.

-Si lo es, no quiero despertarme nunca - Contestó Pedri enredando los dedos en su pelo para acariciarle la cabeza despacio mientras cerraba los ojos y se permitía disfrutar de todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Tener a Pablo así, en sus brazos, era algo que necesitaba más que el aire para respirar. Lo había echado todo tanto de menos que cada mínimo roce entre ellos mandaba destellos de felicidad por su cuerpo.

Volvieron a quedarse en silencio, tantas cosas que decir y a la vez tan pocas. Sentían que ya lo habían dicho todo, con sus besos y sus caricias se habían confesado todo lo que sentían. Y aunque sabían que aún quedaban cosas por hablar, tenían una eternidad por delante para hacerlo. Las manos de Pedri no hacían más que recorrer su cuerpo y su cabeza con pequeñas caricias que erizaban la piel del menor, como si necesitase tocarle todo el tiempo para creerse que estaba ahí. Y Pablo se limitaba a abrazarse a él y dejar pequeños besos sobre la piel de su cuello y su clavícula cada vez que sentía que los sentimientos le abrumaban. No fue hasta que abrió los ojos y su mirada se fijó en la carta que había dejado sobre la mesa del salón, que Pablo fue incapaz de quedarse más tiempo callado.

-Pedri - Susurró mientras se recolocaba sobre él para poder apoyar la cabeza sobre su pecho, escuchando el ritmo constante de su corazón. Pedri hizo un sonido flojito, un simple "mhm" para hacerle saber que estaba escuchando y agachó la cabeza para darle un beso suave en la frente. - Lo que dices en la carta... ¿de verdad sigues sintiendo todo eso?

-¿No has leído lo que he puesto en el sobre? - Murmuró algo sorprendido por la pregunta del menor, abriendo los ojos, pero sin dejar de pasar los dedos por su pelo.

-Sí, pero... no sé, por si acaso - Contestó en voz baja encogiéndose de hombros ligeramente de forma tímida. Necesitaba que Pedri se lo confirmase, porque los sentimientos que había leído en esa carta eran tan fuertes que parecía imposible que Pedri pudiese amarle tanto.

-Pablo - Susurró dejando otro beso suave en su frente y decidiendo ser lo más sincero que pudo aunque eso supusiese exponer la magnitud de sus sentimientos. Ya le daba igual, Pablo sabía ya todo lo que significaba para él y estaba cansado de callárselo - Todo lo que has leído sigue siendo la verdad, incluso se queda corto comparado con todo lo que siento por ti.

-Joder - Suspiró escondiendo la cara en su pecho mientras sus dedos se aferraban a su sudadera y sentía su corazón dar saltos de alegría - Mejor cállate, que al final lloro otra vez.

-Me has preguntado - Rió abrazándole con fuerza contra él y rezando porque no volviese a llorar, no quería volver a ver sus ojos favoritos llenos de lágrimas nunca más.

-Ya - Murmuró con la cara aplastado contra su pecho antes de inspirar hondo, apoyarse en un codo y separarse para mirarle. Pedri sonrió en cuanto sus ojos se encontraron y Pablo le devolvió la sonrisa de forma automática mientras era incapaz de dejar de pensar en la carta - Creo que la he leído tantas veces que me la sé de memoria.

Cafuné | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora