9.- Lo sigues llevando.

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Cuando Pedri despertó al día siguiente, le costó unos minutos espabilarse mientras se estiraba en la cama y se frotaba los ojos para conseguir abrirlos. En cuanto logró deshacerse del sueño lo suficiente como para poder pensar, su mente no tardó mucho en recordarle los acontecimientos de la noche anterior. La fiesta, sus amigos, el alcohol, Ferran... hasta ahí todo perfecto, el problema llegó cuando se acordó de la segunda mitad de la noche. The Weeknd, Pablo moviéndose contra él, las conversaciones en el jardín, los casi besos... Lo recordaba todo casi al detalle, no había bebido tanto como para olvidarse de las cosas. Había sido una noche intensa, por llamarlo de alguna forma, y Pedri estaba hecho un lío. Por una parte, hacía mucho tiempo que no se lo pasaba tan bien y le había encantado estar así con Pablo. A pesar de eso, no podía ignorar la intranquilidad que notaba en el pecho, sentía que quizás la noche anterior había sido un error, que se habían dejado llevar demasiado. Y le aterraba pensar que eso fuese a cambiar las cosas. Suspiró pasándose las manos por la cara y se levantó para darse una ducha en un intento de aclarar un poco su mente.

Sin embargo, en cuanto se metió en la ducha, su cerebro decidió centrarse en la parte de la noche que más estaba intentando ignorar. La maldita canción se le había quedado grabada en la cabeza y solo podía pensar en cómo Pablo había bailado la noche anterior con él. Los movimos de su cadera, lo bien que olía su cuello, cómo se contraían los músculos de su abdomen bajo sus manos con cada movimiento, su pelo despeinado, los labios entreabiertos y su culo... joder, el culo de Pablo iba a ser su perdición. Recordar cómo se había restregado contra él le hacía perder la cabeza. Y cuando quiso darse cuenta, ya estaba empalmado y tan cachondo que ni el agua que caía por su espalda era suficiente para distraerle. Resopló frustrado, odiándose a sí mismo por ser tan débil, por dejar que unos simples pensamientos le encendiesen tanto. Mentiría si dijese que era la primera vez que se ponía cachondo pensando en Pablo, incluso después de dejarlo con él, los recuerdos de todo lo que habían hecho juntos le perseguían. Era imposible no perderse cada vez que recordaba lo bien que se sentía la mano de Pablo en su erección o su boca chupándole hasta el alma o lo increíble que era follar con él. Y llevaba tanto tiempo sin sentirle cerca, que el bailecito de la noche anterior le estaba volviendo loco. Intentó distraerse cogiendo jabón, dispuesto a ducharse y a ignorar el problema que tenía entre sus piernas. Pero en cuanto empezó a pasar las manos por su cuerpo para enjabonarse, le asaltaron recuerdos de las veces que se había duchado con Pablo y habían sido sus manos las que recorrían su piel. No debía, estaba mal masturbarse pensando en alguien que se suponía que solo era un amigo ¿no? Pero joder, llevaba meses a dos velas y necesitaba sacar la frustración que sentía de alguna forma. No lo pensó más y dejo que una de sus manos bajase hasta rodear su propia erección, apoyando la cabeza en los azulejos de la ducha y cerrando los ojos. Tuvo que morderse el labio para no gemir cuando empezó a bombear su mano y no pudo evitar imaginarse que eran los dedos o los labios del sevillano los que le rodeaban.

-¡Pedri! - Escuchó la voz de su hermano al otro lado y un par de golpecitos en la puerta, haciéndole quedarse completamente quieto - ¡Ha venido Gavi!

¿Qué? Abrió los ojos de par en par y no supo reaccionar hasta que su hermano volvió a llamar a la puerta.

-¡Voy, ya termino! - Gritó Pedri. No, terminar no vas a terminar. Esperó a que los pasos de su hermano se alejasen de la puerta y le escuchó hablar con alguien en el pasillo. No, con alguien no, con Gavi. Con Pablo. Joder.

Resopló quitando de golpe su mano que seguía sujetando su erección y tragó saliva mientras procesaba la situación. No podía estar pasándole eso. Estaba en la ducha, masturbándose mientras pensaba en Pablo y el cabrón había decidido que era un buen momento para presentarse en su casa sin avisar. Suspiró sabiendo que en el fondo se alegraba de que hubiese venido, pero odiando un poco al universo por ponerle en esas situaciones. ¿Cómo coño iba a mirar a Pablo después de esto? Qué vergüenza. Pensó mientras se pasaba las manos por la cara y puso el agua un poco más fría, duchándose rápido mientras intentaba apartar cualquier pensamiento indebido de su cabeza. Cuando finalmente salió de la ducha, se ató una toalla a la cintura y agradeció que su erección hubiese bajado lo suficiente como para no notarse. Se miró al espejo y se mentalizó a sí mismo de que tenía que salir y mirar a Pablo a los ojos después de minutos antes haber estado a punto de correrse pensando en él. Estaba tardando mucho en salir, normalmente en 5 minutos ya se habría duchado, así que sabía que no podía alargarlo más. Pablo estaría abajo, así que aún tenía tiempo para procesar mientras se vestía en su habitación. Salió del baño y estuvo a punto de caerse al suelo cuando se dio cuenta de que no, Pablo no estaba abajo, estaba ahí en su habitación.

Cafuné | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora