30.- Heridas.

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Los primeras días fueron los peores.

Pablo pasaba las noches llorando en los brazos de su madre mientras durante el día hacía lo posible para parecer una persona normal. Comía obligado y dormía tan poco que parecía que iba por la vida en piloto automático. No sentía nada, su corazón completamente vacío desde aquel día. Era como una sombra de sí mismo, un simple cuerpo sin rastro de sentimientos o emociones. Solo se permitía sentir cuando estaba en su casa, el dolor consumiéndole con tanta fuerza que sabía que le incapacitaría si se dejaba sentirlo en otro momento. No habían vuelto a hablar desde ese día y Pablo le echaba tanto de menos que había memorizado sus conversaciones de Whatsapp de tanto leerlas. El primer día que se vieron en un entrenamiento fue horrible para los dos. Verse en la distancia y no poder acercarse, tocarse, hablar... era una tortura que ninguno sabía cómo gestionar.

Sus compañeros habían notado que algo no iba bien y aunque les dejaban su espacio, intentaban apoyarles como podían. Ansu se convirtió en un pilar fundamental de la vida de Gavi, siendo el único con el que se sentía lo suficientemente libre como para desahogarse, el único al que le había contado toda la verdad. Se pasaba los días en su casa para intentar distraerle y buscaba cualquier excusa para intentar hacerle reír. No sabía qué hacer para arreglar lo que se había roto, pero lo intentó todos y cada uno de los días. Y Pablo le adoraba por ello, aunque nunca nadie pudiese sustituir a Pedri y todo el mundo lo sabía.

Los partidos se convirtieron en su momento de desahogo, su momento de dejarse sentir toda la ira y frustración que tenía en el cuerpo. Siempre había sido un jugador impulsivo, quizás algunos dirían que hasta agresivo, pero todo pareció empeorar a partir de entonces. Se cabreaba con más facilidad, saltaba a la mínima y se había llevado ya varias broncas por parte de sus compañeros. Nada de eso servía, porque Pedri no estaba. No estaba ahí para sacarle de las peleas, no estaba ahí para calmarle cuando sentía que perdía el control de la situación. Pedri siempre había sido su norte y sin él, estaba completamente perdido. Estaba enfadado con el mundo por arrebatarle a la persona que más amaba y, aunque el fútbol era su pasión, no podía evitar odiarlo un poco por lo injusto que era.

Pedri se había sumido en un pozo de autodestrucción que solo dejaba ver a su hermano y a Ferran. Para el resto del mundo, se esforzaba por aparentar que todo iba bien, que su vida seguía igual, aunque por dentro sintiese un hueco enorme donde solía estar su corazón. Apenas dormía 4 horas al día y se despertaba sudando con pesadillas que hacían que rompiese a llorar todas las noches. Cada vez que veía a Pablo en el campo o en los vestuarios, tenía que recordarse a sí mismo que ya no era nada para él, que habían perdido todo lo que en algún momento fueron. Se pasaba los días imaginándose un mundo en el que podía estar con Pablo sin problemas metiéndose entre ellos, un mundo en el podían ser felices. No era real y sabía que pensarlo solo le hacía más daño, pero era la única forma que conocía para seguir con su vida sin sentir que se moría poco a poco.

La felicidad ya no era una opción para él, se la había llevado toda Pablo, solo le quedaba la tristeza, la rabia y la frustración. Se odiaba a sí mismo por haber tomado la decisión que les rompió el corazón a ambos. Había veces, cuando estaba tumbado en su cama sin poder dormir, que se preguntaba a sí mismo si de verdad había hecho correcto. Se imaginaba cómo habrían sido las cosas si no hubiese tomado esa decisión. Si quizás habría sido mejor seguir con Pablo y mandarlo todo a la mierda. Y aunque le hacía feliz pensar que seguirían juntos, le destrozaba el simple hecho de imaginarse lo que habría supuesto eso para Pablo. No pensaba permitir que el amor que sentían destrozase el futuro de Pablo, no cuando sabía lo importante que era el Barça para él, no cuando sabía que su niño había nacido para ser una estrella. Y él no era nadie para impedírselo.

Sabían que no era su culpa, pero Xavi les había pedido perdón ya miles de veces y se encargaba de estar siempre disponible para ellos, apoyándoles en todo lo que podía. Nunca entendería del todo por lo que estaban pasando, pero se preocupaba por ellos y hacía todo lo que estaba en su mano para hacerles la vida un poco más fácil.

Cafuné | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora