Cuando Pedri despertó al día siguiente, la luz del sol se colaba entre las cortinas y por un momento todo pareció tan tranquilo, que se dio unos segundos para disfrutar de esa paz. Se estiró un poco en la cama y sus músculos protestaron doloridos, recordándole lo que había pasado la noche anterior. Había sido todo tan intenso que un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar los gemidos de Pablo llenando la habitación y sus cuerpos chocando con fuerza. Había sido una locura de noche, pero había llegado la mañana y Pedri no se atrevía a abrir los ojos.Se sentía solo en la cama y no sabría decir si le sorprendía o no, pero no pudo evitar que su pecho se encogiese y su corazón empezase a latir preocupado. No tuvo mucho tiempo para entrar en pánico, ya que en cuanto encontró la valentía para abrir los ojos vio a Pablo. Estaba sentado en el borde de la cama de espaldas a él, seguía desnudo, con los codos en las rodillas y la cabeza entre sus manos. Podía distinguir marcas en la cadera del menor, un recordatorio de lo fuerte que le había agarrado Pedri la noche anterior. Parecía tan en tensión, tan perdido en sus pensamientos, que Pedri sintió el miedo invadirle. No quería hablar, no quería hacer nada para alertar al sevillano de que estaba despierto, porque sabía que en cuanto Pablo supiese que ya no estaba dormido, tendrían una conversación para la que no estaba preparado. No sabía qué esperarse, no sabía ni lo que iba a decir él y su pecho se llenó de ansiedad. Tenía la esperanza de que la noche anterior no lo hubiese jodido todo, que pudiesen volver a estar como antes o mejor, pero le daba la sensación de que no iba a ser así. Se armó de valor y se aclaró la garganta antes de hablar y romper la burbuja de silencio en la que estaban.
-Buenos días - Dijo con su mirada fija en la espalda de Pablo, que se tensó aún más en cuanto le escuchó hablar. Tragó saliva y esperó en silencio a que le contestase, su corazón latiendo desbocado y todo rastro de sueño abandonando su mente. Nunca antes se había despertado y espabilado tan rápido.
-Buenos días - Contestó en voz baja, dejando escapar un suspiro y sacando la cabeza de sus manos antes de girarse para mirarle. Y sus ojos parecían tan perdidos, tan confundidos y tan llenos del mismo miedo que sentía él, que Pedri se estremeció al ver cómo le miraba.
Volvieron a quedarse en silencio y Pablo solo le observó unos segundos más antes de apartar la mirada. Llevaba despierto más de una hora y aún no se sentía preparado para decir lo que tenía que decir. Se había despertado en los brazos de Pedri y por un momento se había sentido tan bien, que había deseado poder quedarse así para siempre. Pero entonces le habían entrado las dudas, el miedo y la ansiedad, y no había sido capaz de quedarse ahí tumbado a su lado. La noche anterior había sido lo último que necesitaba para darse cuenta de lo mal que lo estaban haciendo todo. Y se había pasado más de una hora intentando convencerse a sí mismo de que todo iba a ir bien, pero no había sido capaz. Después de la noche que habían pasado, de haberse sentido por completo el uno al otro, de haberlo tenido todo con Pedri, no se veía capa de volver a lo de antes. Y en ese momento más que nunca, tenía claro que no podían continuar así. Su corazón no daba para más. Tantas idas y venidas le estaban destrozando y por mucho que quisiese negárselo a sí mismo, por mucho que le doliese y le costase admitirlo, sabía lo que tenía que hacer.
-Pedri... - Murmuró jugando nervioso con sus dedos sin mirarle, porque sabía que si lo hacía, no sería capaz de mantenerse firme en su decisión - Tenemos que hablar.
-Lo sé - Le cortó antes de que pudiese seguir y Pablo se giró para finalmente volver a mirarle. Pedri se incorporó para sentarse con la espalda sobre el cabecero y estiró una mano - Pero ven aquí, porfa.
Pablo suspiró y fue incapaz de negarse cuando Pedri le estaba mirando con tanto miedo y tanta vulnerabilidad. Se subió en la cama, importándole bastante poco estar desnudo, la confianza entre ellos hacía que se sintiese cómodo estando así con él. Se sentó tapándose un poco con la manta, con las piernas cruzadas en el medio de la cama para poder mirarle, pero manteniéndose a una distancia prudencial. Sabía que si se acercaba demasiado y dejaba que Pedri le tocase, volvería a caer y a dejarse convencer de que las cosas no tenían porqué cambiar entre ellos. En su mente ya tenía claras las únicas dos opciones que iba a permitir ese día: o volvían a estar juntos de verdad o tenía que acabar con todo entre ellos. Era todo o nada. Cualquier cosa entre medias, ya no le servía. Lo quería todo con Pedri, pero si no lo podía tener, no se veía capaz de conformarse con ser amigos después de la noche anterior.
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Cafuné | Pedri & Gavi
FanfictionPedri y Gavi. Las dos revoluciones del mundo del fútbol actual. Mejores amigos. Jugadores del Barça y de la Selección Española. Sus vidas eran perfectas. Hasta que la amistad que había entre ellos, poco a poco, se convirtió en algo más. Y tuvieron...