5.- Necesito tenerte más cerca.

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Los siguientes dos días fueron más o menos iguales. Pedri recogía a Pablo, iban a entrenar juntos y luego le llevaba a su casa. Poco a poco, iban recuperando la confianza, picándose más a menudo, haciéndose reír, hablando de más cosas y soltándose el uno con el otro. Los entrenamientos eran donde más libres se sentían, donde menos vergüenza tenían para acercarse o tocarse, donde los nervios parecían desaparecer. Seguían conteniéndose, sin dejar que los acercamientos se pasasen de cariñosos y con miedo a hacer algo que estropease las cosas. Los dos trataban de estar lo más cerca posible del otro sin dejarse llevar por sus sentimientos. Era tan complicado que a veces no podían evitar alguna caricia que no era tan amistosa o alguna mirada cargada de cariño. Lo estaban intentando, pero les costaba muchísimo después de todo lo que habían pasado juntos. Después de vivir literalmente pegados el uno al otro, de poder abrazarse cada vez que querían, de besarse a todas horas, de haberse visto desnudos y haber recorrido el cuerpo contrario con sus labios. Era una tortura tener que conformarse con roces tontos o piques que parecían más tonteo que otra cosa, pero lo estaban intentando. Eran amigos, o eso se decían a sí mismos en un intento de convencerse de que todo iba bien.

-No te he dado tan fuerte - Resopló Pablo ante las quejas del canario.

-Todavía me duele, cabrón - Protestó mientras ambos se subían al coche y salían del parking. Acababan de terminar el entrenamiento y durante uno de los ejercicios, Pablo había intentado quitarle el balón y había acabado tirándole al suelo al darle en la pierna. Había sido sin querer y apenas le había dolido, pero llevaba quejándose 10 minutos solo para picarle.

-Eso es porque eres un débil - Contestó riendo mientras se encogía de hombros.

-Tú si que eres débil - Dijo con una risa sujetando con una mano el volante mientras con la otra le pellizcaba el brazo. Pablo soltó una carcajada y le apartó la mano.

-Las manos al volante - Reprochó alzando las cejas.

Pedri rodó los ojos, pero le hizo caso, centrándose en conducir mientras volvían a quedarse en silencio. Tenía unos minutos antes de tener que desviarse para ir a casa de Pablo y tenía que ser rápido si quería decir lo que llevaba pensando toda la mañana. Estaba tan contento y le gustaba tanto pasar tiempo con él, que le sabía a poco solo poder verle en los entrenamientos. No habían vuelto a quedar para hacer algo fuera del campo desde que lo dejaron y Pedri no quería alterar la semi amistad que estaban creando. Le daba miedo proponer algo y que Pablo no estuviese listo o no quisiese pasar más tiempo con él. Quizás era demasiado pronto como para pasar tiempo los dos solos, no sabía ni si él mismo estaba preparado para eso. Así que había tenido una idea que en su cabeza era perfecta, pero no sabía si a Pablo le iba a parecer bien.

-Oye - Habló finalmente bajando un poco la velocidad del coche - ¿Te apetece venir a mi casa a comer?

Miró de reojo a Pablo y este se había girado a mirarle con una expresión de sorpresa en su cara. No dijo nada y Pedri se puso aún más nervioso.

-Me ha dicho Fer que ha hecho lasaña y como sé que te gusta mucho... - Añadió moviendo los dedos de forma inquieta sobre el volante - ...he pensado que podrías venirte. Y luego podemos jugar los tres a la Play un rato. Si no quieres no pasa nada, te llevo a tu casa y ya está.

-Pedri - Dijo finalmente con una sonrisa enternecida al ver lo nervioso que estaba el canario. Al principio le había chocado, no se lo esperaba, pero le encantaba la idea y se moría de ganas de pasar más tiempo con él - Me parece genial, tengo ganas de machacarte en el Fifa.

-Pero serás falso, si siempre te gano yo - Rió negando con la cabeza, relajándose ante la respuesta del sevillano.

-Eso es porque todavía no has visto lo mucho que he mejorado - Contestó con tono seguro haciéndole reír otra vez.

Cafuné | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora