✧ Capítulo 15 ✧

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15|| Arrepiéntete de todo.||

Someone you Loved - Lewis Capaldi.

Davinia:

Cuando era pequeña, no había nada que deseara más, que pasar tiempo con mi hermano.

Leonardo siempre fue un chico ocupado.

Desde que comenzó a jugar Hockey, a penas y tenía tiempo para respirar. En contraste a mí, que se me daba pésimo eso de acatar un plan y seguirlo al pie de la letra, mi hermano era una persona sumamente organizada y centrada.

Empezó como un gusto, algo que lo mantenía cerca de papá, y que lo ayudaba a canalizar toda su energía que parecía inagotable —estar al lado de Leonardo era saber que se necesitaría ser, o muy activo, o llevar contigo más de tres bebidas energizantes para poder seguirle el paso—, y darme cuenta que el tiempo de mi único hermano y la persona a la que siempre vi como mi superhéroe, no podía utilizarse para jugar conmigo como lo solía hacer cuando éramos más pequeños, me dio una de las mejores ideas que había tenido en la vida.

Comencé a ver partidos con ellos los fines de semana, convirtiéndome en una de las mejores aficionadas de los Devils de Nueva Jersey, y cuando se iban a entrenar, los acompañaba. Mi mamá, como la esposa de un exjugador, me explicó con detalle como solía jugar papá en su juventud y me desveló sus trucos más secretos.

Nunca entendí si mi talento para analizar jugadas y leer a los jugadores tenía que ver con ser una persona demasiado mirona. Mi madre aseguraba que era gracias a mi desbordante curiosidad y a las enfermas ganas que tenía de poder ayudar a mi hermano y sentirme útil.

Siempre fue eso. Quería sentirme necesaria para ellos.

No quería solo ser la niña que se la pasaba manchada de pintura e intentaba explicar lo que una de mis obras significaba.

Y entonces mi padre se dio cuenta que, incluso antes que él, sabía cuándo uno de sus jugadores cometería un error, que tipo de gol metería mi hermano, o cuales eran sus fallas al hacerlo.

Y lo que era una relación de hermanos muy buena, pasó a ser también la mejor amistad que tenía en mi vida.

En comparación con otras personas, a las que desafortunadamente les había tocado lidiar con un hermano mayor gilipollas, Leonardo era todo lo contrario.

Teníamos un horario establecido para que lo ayudase a entrenar, señalarle sus errores, y darle algunos consejos como aficionada. Pero como Leo jamás fue un chico egoísta, también encontró la manera de hacer algo que a mi apasionara.

Así que cuando tuve la edad suficiente para que mi madre me dejara ir al parque con la bicicleta, Leonardo me acompañaba, y elegía algún punto del lugar en cuestión, para que lo dibujara como yo lo veía.

Y por él me di cuenta, que mi estilo de arte favorito, y el que se me daba mejor, era el expresionismo. A comparación de mi madre, quien era una fanática del realismo y lo abstracto.

El expresionismo no se preocupa nada por apegarse a la realidad. Se centra en las ideas y sentimientos del artista.

Analizar un cuadro hecho por un artista expresionista, como lo eran Edvard Münch o Van Gogh es sentirte atrapada en una especie de vórtice.

El arte fue la herramienta que necesité para poder plasmar a mi antojo aquello que me costaba decir con palabras. Y aunque rara vez alguien entendía con exactitud lo que quería decir con un cuadro, me gustaba al menos hacerle sentir algo al espectador.

Eso era lo fascinante del arte.

Por la mañana, cuando recibí la llamada de mi padre pidiéndome ayuda, me sentí justamente como un cuadro expresionista.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora