✧ Capítulo 33 ✧

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33||Mira como todo se va al carajo.||

Bad Blood - Taylor Swift

Davinia:

Era lunes, hacía frío y estábamos a pocas horas de uno de los partidos más vistos del hockey universitario.

El primer juego de Harvard contra Watson de esa temporada, por fin había llegado.

Lo pensaba y se me ponía la piel de gallina, no iba a mencionar que no había parado de comerme las uñas arruinándome la manicura por el estrés, porque era innecesario.

Pero antes de ver a mis anteriores chicos favoritos debatirse la vida en el hielo con los actuales, recapitulé mentalmente todo lo que había pasado desde el jueves, hasta ese día.

Regresé a mi antigua casa y aunque fue de las cosas más difíciles que había tenido que hacer en la vida, nada malo sucedió.

Fui al cementerio y le prometí a mi madre que estaba bien, que todo se resolvería y que era momento de que descansara en paz.

Sin su hija merodeando triste por los rincones como alma en pena.

También lloré como nunca —ni siquiera el día en el que murió recordaba haberme puesto tan mal—, me desahogué y dejé de temer ir a verla más seguido por no soportar estar frente a su lápida. Después, Nash interrumpió la conversación que mis mejores amigos y yo estábamos teniendo con ella, porque se le ocurrió que era buenísima idea confesarle a mamá que me quería y que estaba enamorado de mí, para que yo también lo supiera justo en ese instante.

Así de fácil cómo se escuchaba se le hizo.

Muy inteligente el señor, nada acelerado, extremadamente pensante, un veinteañero sabio vaya.

Tu culpa, es hombre y ya sabías a lo que te atenías.

En efecto.

No pude reaccionar hasta que dejó de hablar y me tomé el tiempo necesario para procesar todo.

El la conoció. En serio lo hizo, y no parecía que solo se hubiesen visto pocas veces. No, no. Por la forma en la que habló, entendí que había una parte de la historia que ni siquiera sabía que existía.

No pudimos tocar el tema después porque en cuanto llegamos a Watson, Ronnie y Riba ya me esperaban para cenar juntas y llorar.

Tuve que consolarlas, yo ya me había quedado seca y no pude unirme al llanto por más que lo desee. Pero me sentí muy bien al darme cuenta de que tenía amigas de verdad, que a pesar del poco tiempo que llevábamos conociéndonos, me habían demostrado con actos que me apreciaban casi tanto como yo a ellas.

Estaban mortificadas por no asistir; en realidad fue un tanto gracioso, Ronnie se veía monísima llorando y Riba, de hecho no sabía que ella fuese de las que soltaban lágrimas así como así, pero tampoco es que le hubiese preguntado, no deseaba terminar con un ojo morado, apreciaba mi vida.

Tara y Jordyn no llamaron y tampoco lo esperé. No me importaban en lo más mínimo. Había dejado de esperar cosas de ellas desde hacía semanas, y me sentía liberada al respecto.

Sabía que tenía que verlas, pero opté por tranquilizarme y llevarlo con calma, el día que me sintiera lista para dar ese paso, entonces lo haría, en esa ocasión las cosas no se harían como ellas querían.

Era tiempo de ponerme como prioridad.

El viernes los chicos tuvieron entrenamiento y día en el gimnasio, lo que los dejó más molidos que un neumático de auto de carreras en plena temporada de F1. Al parecer, y decía al parecer porque no estaba muy segura de la situación, se habían peleado con mi padre.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora