✦ Capítulo 36 ✦

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36|| El segundo eterno piso.||

Lay all your love on me - ABBA

Davinia:

Habían pasado tres años desde que festejé mi último cumpleaños.

Y no sabía si tenía que ver con todos los pequeños pasos hacia enfrente que decidí dar en los últimos días, pero no quería odiar una fecha tan importante.

No deseaba seguir temiendo que el día llegara cada año. Ver el calendario y sentir un nudo en la garganta por creer que ya no serían igual de felices que cuando estaba pequeña. Sentir que no tenía nada que celebrar. Que solo era un día más en el cual tendría que sobrevivir.

Quería suponer que en donde quiera que estuviese, me vería con orgullo.

Se lo debía. Le debía mi felicidad.

—¡Imbécil ¿Por qué coño no te fijas? —gritó Ander en dirección a Lele que le había golpeado la espalda "accidentalmente" con la pata de una silla.

Fue demasiado intencionado, al igual que el inicio de la pelea en el partido pasado. Al llegar a casa, Lele estaba cabreadísimo conmigo ya que no entendía por qué razón había apoyado a Ander y no a él en la disputa dentro del rink.

No "apoyé" a nadie en realidad, solo le estaba gritando al árbitro, cosas totalmente diferentes.

Al parecer el chico inglés del equipo tenía una forma de ser un tanto explosiva que yo desconocía, pero fue él quien comenzó la pelea, así que ¿Qué pretendía que hiciera?

Además, suficiente apoyo obtuvo de Riba gritando su nombre, a mí no me necesitaba para subirle el ego.

—Estas estorbando, muévete.

—Voy a romperte los dientes Spencer.

—Estas en mi casa Rollins. Sigue. Caminando.

Si, aparentemente se amaban. Tan tiernos ellos.

—Alguien va a morir hoy y yo seré quien lo mate —murmuró Jay con cara de fastidio sosteniendo el lado de una mesa mientras que Lennox agarraba el otro—, muévete más rápido Colten, me duelen las malditas manos.

—¡No le hables así! —ordenó Drake por alguna parte de la casa—, o voy a ir hacia allá y te haré pedirle perdón de rodillas, Decay.

—¡Come mierda Basil!

Si, ellos también se adoraban con el alma.

—Esto va a ser una noche interesante —susurró River sacando una hielera al patio con varios miembros del equipo de Harvard pisándole los talones—, las cosas que debemos hacer para mantener feliz a la princesa de la casa.

Y esa me suponía que tenía que ser yo. Le lancé un guiño que él respondió con un beso al aire.

—¿En dónde quieres que coloquemos estas? —preguntó Ronnie alzando dos cajitas de luces con una sonrisa tierna en el rostro—, Riba dice que quedarían bien sobre el patio, pero yo opino que...

—¡No! Hice la decoración en mi cabeza y como me la imaginé quedó perfecta, Roberta, no hagas que me dé un tic en el ojo por el estrés —Le ordenó la rubia con mala cara—. ¡Muévanse idiotas! Esto tiene que dar vibras de Mamma mía dentro de una hora y estamos atrasados.

De pronto sentí como dos brazos fornidos se deslizaban lentamente por mis hombros hasta llegar al área de las clavículas y entrelazarse, fue imposible no sonreír.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora