✦ Capítulo 16 ✦

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16|| Ni Judas se atrevió a tanto.||

Lay All Your Love For Me - Mamma Mía.

No se les olvide que tengo una cuenta de bookstagram, y para este momento, ya subí el adelanto del capítulo 17, para que vayan a seguirme, el usuario es @Sunsetlvsbkks

Nash:

No había nada más jodido para un universitario, que la semana de parciales.

Y como si eso no fuese lo suficientemente estresante para una persona de veinte años, añadir entrenamientos y partidos era como gritar que perdiste la cabeza.

El lunes en clase de psicopatología, la más importante que tenía este semestre, a la profesora Corn le pareció estupenda idea, a cuatro días del examen, cambiarlo y dejarnos en su lugar, un ensayo sobre los trastornos de la memoria.

A cuatro malditos y miserables días del cierre de parcial.

Y como si eso fuese poco, el ensayo debía tener aproximadamente cinco fuentes de investigación, contar con más de quince mil palabras, y elegir un subtema para que, en base a él, explicásemos como futuros psicólogos las repercusiones del poco conocimiento global sobre dicho tema, como si fuese así de fácil sacarte una idea del trasero, de un tema sumamente difícil como ese.

Me iba a morir.

Si el ensayo no terminaba conmigo, seguro que el entrenamiento a mitad del día acabaría el trabajo.

Odiaba a los profesores así. ¿Qué tan hijo de puta se tenía que ser para estresar a todo un salón con un cambio tan abrupto como ese?

Y lo peor del caso no era el trabajo, si no dormía en tres días estaba seguro de que lo terminaría, el problema era que una persona a esta edad no debía estar posponiendo el sueño por una calificación, por muy importante que fuese.

La excusa que siempre te daban, era que, al ser un estudiante de educación superior, tendrías que estar preparado para este tipo de cosas.

Sí, porque seguramente afectar de una manera tan brutal el ciclo de sueño en un humano era correcto.

Estaba de mal humor.

Muy. Mal. Humor.

Y como si no fuese suficiente, no había hablado con Roberta desde hacía casi dos semanas, y me jodía la cabeza saber que el que tenía la culpa de ello, era yo, porque hasta Dios sabía que esa mujer era incapaz de enojarse o hacerle la ley del hielo a alguien.

Sumando al día de mierda que estaba teniendo, mi madre decidió que era día de reventarme el teléfono con llamadas y mensajes, exigiendo urgentemente que la fuese a ver.

En otras circunstancias, no me importaría. Sería capaz de faltar al entrenamiento sin siquiera avisar. Pero desde la última vez que la vi, no recibí nada que me indicase que seguía viva, o que al menos tenía la intención de explicarme lo que había pasado.

Me iba a volver loco.

Necesitaba con urgencia un descanso. Y normalmente utilizaba el domingo antes de la semana de finales para desconectar e irme a tomar el aire solo. Pero con la tensión que se instaló en la casa después de que Savi y yo llegamos de la feria, prefería mil veces pudrirme en las cuatro paredes de la habitación, que estar con el miedo de que la chica pudiese vencerme.

Fue una terrible idea. Pésima, la más atroz que hubiese tenido en mis veinte años de vida.

Pero quise hacerme el valiente frente a la pelirroja que se había adueñado de mi concentración desde hacía dos semanas.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora