✦ Capítulo 22 ✦

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22 || Olvídalo o... toma una mejor decisión.||

It's not living - The 1975

Davinia:

No estaba en mi cama, esa no era mi habitación, y definitivamente no era un colchón sobre lo que me encontraba recostada.

Me sentía extraña, y renovada. Eso era lo que le provocaba un buen polvo a alguien.

Benditas fueran las personas que sabían encontrar un clítoris.

Amén, hermana.

Normalmente no era tan fácil. No, a mí me gustaba más hacerme del rogar, verlos intentar una y mil cosas para llamar mi atención, pero al cabrón que tenía a lado le fue tan sencillo romperme...

Fue como si besarlo, tocarlo, sentirlo, dejarme llevar después de tanto tiempo; hubiera sido lo único que necesitaba para comenzar a sentir que en serio estaba viva. Que seguía luchando.

Que no era un tronco marchito, en medio de un campo que florecía dejándome atrapada en el tiempo.

Que era capaz de volver a sentir en grande y no por pedazos.

Cerré los ojos y los recuerdos me golpearon inmediatamente. Sus dedos sobre mi pulso, su lengua recorriéndome lentamente hasta que llegó a mi entrepierna, y se sumergió sin pestañear, devorándome.

—Me encanta tu sabor. —dijo.

—Espero convertirme en tu sabor favorito entonces. —contesté entre jadeos y respiraciones entrecortadas.

—Puedes convertirte en algo más que mi sabor favorito...

¡Madre mía!

El dentro de mí. Embestida tras otra. Sus besos mojados presumidos por todas partes, como estudio con su mirada hasta el último pliegue que me conformaba; como me hizo sentir la chica más suertuda del maldito planeta solo por verme, porque él lo hacía, en serio me veía.

A mí, a la verdadera Davinia.

Me olvidé de las inseguridades que por años me corretearon, intentando derrumbarme, y me sentí deseada y no juzgada; añorada, ¿Y quizá un poco valorada?

¡Oh no, no, no, no!

Ni de coña.

Abrí los ojos abruptamente, siendo atrapada por el miedo y el arrepentimiento.

La había cagado y hasta el fondo.

Cagarla está muy sobrevalorado, hay que ser más explicitas con esto.

Me había follado a Nash Carpenter. ¡Al jodido capitán!

Cuando por fin me espabilé, y me di cuenta de que estaba desnuda, abrazada a él, en su habitación; todos los posibles problemas que podríamos llegar a tener a causa de esa torpe decisión, me pulverizaron la capacidad de mantenerme tranquila.

Uno no debería tomar decisiones de ese tipo cuando está caliente.

El pulso se me disparó y casi pude asegurar que estaba a punto de convertirme en una persona hipertensa.

¡Oh carajo!

Me puse de pie lentamente, intentando no hacer ruido ni movimientos bruscos que pudiesen despertarlo. Porque más me valía no hacerlo. En cuanto el me viese de pie, estaba segura de que me haría volver a la cama.

¡Mi padre me iba a matar!

Me iba a colgar de los pies de algún puente abandonado, e iba a dejar que los buitres se comieran mi cuerpo.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora