✦ Capítulo 2 ✦

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2 || Superpoderes y consecuencias||


I Wanna Go - Britney Spears

Davinia:

Las personas suelen decir que los superpoderes no existen.

Que son una creencia meramente fantástica, sin ninguna prueba que pueda corroborar su posible existencia.

Pero si no había fuerzas poderosas más allá de las creencias religiosas, entonces no sabía quién me había otorgado el poder de no tener resaca, porque seguro que eso contaba como uno.

Cuando comencé a beber creí que era por la reducida cantidad de alcohol que ingería, quiero decir, debe existir una medida para contraer resaca ¿Cierto?

Es como cuando eres fumador de tabaco, mi hermano dice que, si rebasas la cantidad de nicotina normal que ingieres en una sola noche, al otro día te despiertas con un dolor de cabeza infernal que no te quita ni la comida. Raro, pero como un fumador desde los dieciocho años, le creí.

Tampoco es que bebiera todos los días, la cirrosis existía gracias a la ingesta excesiva, pero siempre que tomaba la decisión de descontrolarme un poco, simplemente se quedaba en eso, en una noche de fiesta.

Las chicas estaban sentadas frente a mí, ambas con dos mantitas cubriéndoles la cabeza, lentes oscuros puestos, y los vasitos desechables de café en la mano.

Si las miradas quemaran, yo sería un pollito rostizado con salsa barbecue.

—Deja de sonreír imbécil, no entiendo cómo puedes tener tanta suerte —murmuró Jordyn con el ceño fruncido detrás de las gafas.

—Encima se despierta temprano y se va al gimnasio, eres una odiosa, y te detesto —escupió Tara con todo el coraje que pudo reunir.

—Lo han sabido desde que tenemos quince años y le robamos cervezas al vecino para emborracharnos en mi habitación.

—Ni me recuerdes ese día, desde allí te aborrezco.

—Eso no es cierto Jordyn, tú me amas.

—No te confíes tanto, a veces el amor te causa locura y quien sabe, un día de estos su amor se puede desbordar y terminas asesinada en la puerta de la casa —añadió Tara alzando los hombros con desinterés.

Negué con la cabeza caminando hacia la cocina para calentar los sándwiches que había comprado de camino al departamento.

No era experta en cocinar, pero si en casar los mejores sitios para comer con unos cuantos dólares que pudiesen pasar como un buffet gourmet de alto costo. El mundo me quería decir siempre que la vida universitaria apestaba, lo que era verdad, pero por supuesto que el destino no se percató del buen ojo que una chica con mesada a raya puede poseer.

Los programas de "Locas por las rebajas" o "cuponmania" existían por y para personas como yo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Tara del otro lado de la barra, cerrando de malas maneras la cortina de la pequeña ventana.

—Ojalá esté preparando una pistola para matarme, el dolor de cabeza va a terminar conmigo —murmuró Jordyn.

—Les traje desayuno, lo estoy calentando.

—¿Qué compraste? —preguntaron al mismo tiempo.

—Sándwiches de pollo y caldo de verduras.

—¡Una santa! —gritaron de nuevo—. ¡Santa Vina al rescate!

—¿Cómo quieres que sea tu oración Vina? Podríamos mandar a hacerle un retrato y toda la cosa —añadió Jordyn—. ¡Oh, Santa Vina!

—¡Cuídanos de la resaquina —gritó Tara—, para que podamos seguir bebiendo sin miedo al dolor de cabecina!

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora