✧ Capítulo 19 ✧

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19|| Bien, a la mierda todo.||

Shameless - Camila Cabello

Nash:

Vi a Savi ni bien entró por la puerta del bar.

Y contra todo pronóstico, no traía el cabello lacio como solía llevarlo en las noches de fiesta, sus rizos locos le bailan por la espalda descubierta del vestido rojo satinado.

El color le resaltaba en la piel lechosa, y las miles de pecas que le salpicaban los hombros, brillaban por el contraste de colores que traía encima.

Que me jodieran.

Era preciosa como el infierno.

¿Cómo le haría para sobrevivir? No tenía ni puta idea.

Absolutamente todo el equipo, se dio cuenta de la llegada de nuestras tres chicas favoritas, y todos los pares de ojos las siguieron como lobos hambrientos —incluyéndome—, esto iba a terminar muy mal.

—Creo que estoy dispuesto a que me echen del maldito equipo —Soltó Milo, el portero—, Savard se ve estupenda.

Bueno, pues no era el único.

Pero si volvía a decirlo en voz alta, le arrancaría la puta lengua, fruncí el ceño.

—¿Estupenda? —preguntó Joey Cameron, nuestro defensa de la segunda formación—, espabila tío, esa mujer va a hacer que me reviente la polla.

—El entrenador hizo un buen trabajo con esa mujer. —dijo Taylor, otro miembro del equipo.

Apreté la mandíbula, a como siguieran hablando de Savi, iba a perder la cabeza.

No entendía que me pasaba últimamente.

Bien, era cuestión de tiempo para que admitiera mi verdad.

Davinia me atraía.

Tendría que ser muy estúpido o estar ciego, la mujer era despampanante. Y la tensión que acostumbraba a acompañarnos en cualquier interacción no era de gran ayuda para intentar negarlo.

De pronto sentí su mirada en el costado, y disparé la cabeza hacía la barra, en donde Lennox la estaba abrazando, saludó a Riba y Ronnie con una sonrisa.

Imbécil, como lo detestaba.

Ya sabes que diré, ¿Celoso, Potter?

Ni de coña. Tenía que fingir mejor si no deseaba perder la apuesta tan rápido.

—¡Vamos Jay! No puedes enojarte —escuché que canturreó Troy, el segundo portero.

—¡Enojarse por qué? —pregunté confundido.

—Nada, que hemos dicho que si Savard trae las gafas de "Bésame" haremos fila, y nos golpeó. —confesó Taylor.

—Bien, si no lo hacía él, lo haría yo.

—¡Oh vete a la mierda Cap! —corearon todos, y entonces, vi la melena pelinegra inconfundible, que sabía sería capaz de hacerme ganar la maldita apuesta con Savi.

Su pequeño cuerpo podía perderse entre tanta gente, pero era imposible que no la vieses con las cuatro torres que siempre la seguían como perritos.

Pearson, el mariscal de campo de los Leopardos, Thomson y Dixon, la flanqueaban como si en un abrir y cerrar de ojos se les fuese a desaparecer, y conociendo a Lawrence, era muy probable que sucediera.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora