✧ Capítulo 29 ✧

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29 || El momento.||

Don't let it break your heart - Louis Tomlinson

Davinia:

—Estaría gritando de la emoción si estuviera allí. Ella siempre creyó que tus mejores cuadros eran los que tenían que ver con el cuerpo humano.

—Sí... en su defensa, ella siempre decía que mis cuadros eran los mejores que hubiese visto jamás —mencioné agachando la cabeza—, definitivamente diría que esto debería ser demasiado sencillo para mí.

—Y es por eso por lo que lo será, Dav, quítate el estrés un rato y piensa en todos aquellos cuadros que creíste no eran suficiente, y hasta ahora, han sido tus obras más populares —Jamás dejaría de sorprenderme lo fuertes que siempre eran las palabras de Drake, como siempre sabía que decir o lo que necesitaba escuchar para salir de la mierda—, recuerda tan solo aquella de las costillas, ¿Cómo fue que la llamaste?

Sonreí sabiendo que él sería consciente de mi sonrisa en cuanto hablara.

—Soporte de acero —Fue imposible no soltar una risita tonta e infantil—, es un nombre horrible ahora que lo pienso.

—Tenías quince años, no era como si realmente le metieras demasiada cabeza a los títulos como ahora —aclaró, después soltó un suspiro—, ¿Recuerdas aquel cuadro que pintaste con tu madre el verano en el que fuimos a Cancún? Aquel por el que se te saturó el móvil porque no dejaban de llegarte ofertas por Instagram.

Me carcajeé, por supuesto que recordaba ese cuadro.

Habíamos ido a México de vacaciones porque la madre de Drake y la de Lennox, junto con la mía, tenían esa impetuosa necesidad de sacarnos del país cada que podían, sin siquiera consultarnos.

Aquel viaje nos arruinó los planes por completo.

Era el último que pasaríamos en Boston antes de que las chicas y yo nos viniéramos a Watson, habíamos planeado viajar a Florida los cinco. Teníamos un itinerario completo de lugares que visitar, bares que conocer, y problemas en los cuales meternos por tres semanas completas. Hasta que nuestras madres, junto con nuestros padres, nos informaron que, así sin más, debíamos hacer las maletas y correr al maldito aeropuerto.

A Lennox y a mí nos sentó como una patada en la espalda, en especial porque al parecer los padres de las chicas no las habían logrado convencer de ir, por lo que no nos acompañaron, pero Drake no puso pegas.

De hecho, ni siquiera se inmutó, lo único que hizo fue besar a mi madre, la de Lennox y a la suya, y decir:

—Las chicas entenderán.

Y así de fácil, el cabrón me cargó, con Lennox partiéndose de la risa detrás, y me llevaron a mi habitación para que no discutiera ni comenzara a pelear con Leonardo por no haberme dicho ni una palabra, a pesar de que sabía sobre mis planes anteriores.

Odiaba que me ocultaran cosas.

—Fue el último verano antes del Alzheimer. —murmuré.

—Sí...

Yo estaba medio enojada, medio pasmada, porque nunca habíamos viajado todos juntos, nuestros padres siempre se encontraban ocupados con trabajo y muchas cosas más que honestamente, no nos importaban, porque éramos adolescentes y aun no conocíamos nada de responsabilidades adultas.

Cuando Drake y Lennox llegaron a mi vida, nuestras madres hicieron un clic instantáneo, y no pudimos separarlas por mucho que lo intentamos, y en serio, hicimos planes para lograr al menos que se alejaran un poco, pero nada nos funcionó.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora