✧ Capítulo 23 ✧

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23|| Un paso a la vez.||

Better - Khalid.

Nash:

—Te dije que recordaras las reglas —Me tensé inmediatamente al escuchar su voz y giré la cabeza en su dirección para poder verlo a la cara, llevaba un cigarrillo en la boca, parecía que acababa de salir de la ducha, y tenía su habitual mascara de indiferencia puesta, cerró las puertas corredizas y se tumbó a mi lado—, ¿Cómo te sientes?

—¿Honestamente? —pregunté, me miró expectante—, no lo sé.

Agachó la cabeza con una media sonrisa en el rostro y suspiró.

—Bueno, la estuviste correteando por todo el puto piso como un crio, me sorprendería si me dieras una respuesta clara.

—¿Crees que he cometido un error Jay?

—¿Lo preguntas como mi capitán, o como mejor amigo?

—¡Ambas, joder!

—Estás en un aprieto hermano —contestó soltando una bocanada de humo—, como mejor amigo te digo esto, esa chica te voló la cabeza desde la primera vez que la viste, todos nos dimos cuenta.

—Sí bueno, tampoco es que hubiese esperado vivir a unas puertas de distancia.

—No seas mentiroso Nash, en el fondo querías volverla a encontrar, quizá imaginártela bajo el mismo techo era extremista, pero dudo mucho que no se te haya pasado por la cabeza investigar quién era.

—¡Mierda! —Me dejé caer en la tumbona y cerré los ojos—, no pude resistirlo más Jay, y te juro que lo intenté.

—No me jures nada, sé que lo hiciste —Abrí un ojo lentamente solo para encontrarlo observando el cielo, Jameson tenía esa manía cuando no sabía con exactitud qué decir; y podía quedarse horas así—, para serte sincero, no entiendo al entrenador ni un poco.

—¿A qué te refieres? —pregunté confundido—, ¿Crees que fue una mala idea aceptar tenerla aquí?

—¡No hombre! Por supuesto que no —contestó negando rápidamente con la cabeza—, no sé qué vida llevaba en el pasado, ni qué tipo de persona era en Harvard, si era una infumable o una chica brillante y amigable. Pero incluso Lewis siendo tan despistado, se dio cuenta qué comenzó a cambiar desde el día en el que se mudó.

—Puede ser...

—Solo que, aun no comprendo los motivos de qué esté aquí, los verdaderos. Si se trataba de mantenerla vigilada, él entrenador pudo pagarle a alguien, incluso pedirle ayuda a Riri, trabaja con nosotros, está todo el día metida en el edificio, y es mujer.

No era la primera vez que lo pensaba.

Theo Savard no te daba información que no necesitabas y rara la vez la pedías porque confiabas en su juicio.

Era un hombre de pocas palabras, uno que estaba acostumbrado a que todos sus chicos entendieran sus movimientos y facciones; jamás había necesitado decirnos una orden en voz alta en medio de un partido si las cosas iban como lo planeado y entrenado, porque incluso el más leve asentimiento de cabeza, podíamos deducirlo a la perfección y hacer nuestra parte.

Éramos sus chicos, y le teníamos un respeto imposible de medir.

Por ello la idea en sí era loca, que se hiciera realidad solo nos descolocó más que al enterarnos.

Nadie envía a su hija a vivir con cuatro putos cabrones desconocidos, absolutamente nadie que esté bien de la cabeza. Y a pesar de ya haber pensado mil veces en ello, seguía pareciéndome una locura.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora