✦ Capítulo 20 ✦

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20|| Bueno... pues sí funcionó.||

In your eyes - The Weekend

Nash:

Absolutamente todo, incluyendo mi respiración, se detuvo en el instante en el que nuestros labios se rozaron.

Me detuve justo antes de terminar de mandar a la mierda todo, tanto para mí como para ella. Ambos tendríamos problemas, ambos la pasaríamos muy mal si esto se sabía, y, aun así, con todo eso en mente y siendo completamente consciente de las repercusiones, dije:

Savi...

—Nash. —respondió entrecortadamente.

—Quiero besarte.

Sonrió de lado. Fue una sonrisa genuina y espontánea, el pasillo estaba iluminado con solo luces fluorescentes y los letreros LED que adornaban las paredes, pero aun así sentí como si todo se aclarara por su sonrisa.

—Pues entonces será mejor que no me hagas esperar ¿No lo crees? Cuando me impaciento, me pongo de muy mal humor.

—¿A sí? —pregunté, asintió con vehemencia—, ¿Tengo el permiso para hacerlo?

—Permiso gratamente concedido Cap.

Y no supe si fue la falta de control mental y corporal que manejaba en ese momento, pero me fue imposible no obedecerla, a pesar de que sabía que no habría vuelta atrás.

Nos metimos en un callejón sin salida.

Quería todo de ella. Quería que me besara como si no me conociera, como si solo fuésemos dos personas en un bar, sedientos por un beso que superara las expectativas.

Y así fue.

Le solté las manos y disparé una hacia su cuello y la otra a su cintura para acercarla aún más, ella me entrelazó las suyas detrás de la cabeza, y se le escapó un gemido.

Tomé el control.

Sabía tan bien. Tequila, cítricos y consecuencias.

Repercusiones que no me importaron, en las que no pensé y estaba seguro de que no pensaría, porque cuando se acercó más, como si no tuviese suficiente de mí, como si lo que te estaba dando no la convenciera, perdí la puta cabeza.

La arrastré hasta el final del pasillo, para tener más privacidad y no recibir ningún tipo de interrupción; me mordió el labio inferior y como respuesta, solté un gruñido que me hizo besarla con más fiereza.

No era suficiente. Necesitaba más.

Todos los músculos del cuerpo se me tensaron, comenzando con los de la espalda, necesitaba controlarme. Eso en serio estaba pasando, la estaba besando, y ella me estaba siguiendo el beso.

Fue incluso mejor que el primero.

Y eso que yo creí que ese primer beso se quedaría en la punta de la pirámide.

El corazón me retumbaba en el tórax como si quisiera saltarme del cuerpo y caer en sus manos. ¡Que carajo! Si no me lo pedía, yo sería quien se lo entregaría, sin preguntar, sin decir nada más, que hiciera lo que quisiera con él.

Que lo aplastara y lo pateara si deseaba, por un beso suyo lo permitiría.

Le llaman masoquismo.

La vibra comenzó a cambiar a nuestro alrededor, y fue imposible ignorar la temperatura que nuestros cuerpos emanaban, ambos estábamos ardiendo y ninguno parecía querer alejarse.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora