✧ Capítulo 17 ✧

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17|| En medio de una tormenta.||

Yo te extrañaré - Tercer cielo.

Tw: Este capítulo menciona la pérdida de un ser querido y el Alzheimer, si te encuentras en un punto crítico de tu vida, lo escrito aquí puede ser desencadenante. Leer bajo discreción o en su lugar, no leerlo.

Davinia:

Antes solía creer que no había motivo para temerle a la muerte.

¿Por qué te daría miedo una de las pocas cosas que los seres humanos teníamos en común?

Los libros sobre el infierno y el cielo, el limbo, la reencarnación, y de la vida después de la muerte, me parecían fenomenales. Incluso mi madre hizo toda una exposición que retrataba esa situación. Eran quince cuadros en total, que se vendieron el primer día de exhibición.

No quedó ni uno solo, fue, como siempre, un éxito.

Había uno en especial, uno que tenía una división en el medio —de un lado todo era blanco, tonalidades grises y negro, y en el otro costado, una explosión de colores pasteles—, que desde que vi el boceto, se posicionó como mi favorito. En él se veían dos manos de dedos estirados. La punta del dedo medio —que eran los que se tocaban—, tenía los colores difuminados, representando la transición de lo que era sentirse vivo —que claramente no era igual a simplemente vivir—, y lo que ella creía que era ver la muerte.

La mano en blanco y negro, tenía un dibujo dentro, de un árbol lleno de flores, que paso a paso se iba quedando seco hasta que al final, solo quedaban ramas.

Ella creía, que una de las mejores representaciones del ciclo de vida, era la del mundo botánico en general.

Decía que no hacía falta leer o ver películas sobre ello, que la misma madre naturaleza nos enseñaba con las estaciones, que no importaba cuan desnudo o carente de hojas te sintieses, en algún momento, volverías a dar vida.

Volverías a ser verde saturado, darías frutos, o flores, y te dejarías de sentir como un invierno eterno.

Pero desde que murió, me sentía completamente seca.

No había copos de nieve que me cubrieran, o formas intrínsecas entre rama y rama, que pudiesen hacer formas. Era simplemente un tronco.

Con raíces podridas, que con una brisa fuerte, se desplomaría.

Uno escucha sobre las enfermedades terminales a lo largo de su vida, pero nunca cree que alguien cercano, lo padecerá algún día.

Constantemente pensaba que sería de nosotras si el Alzheimer no me la hubiese arrebatado. Si no hubiera tenido que ver como la dueña de mi corazón, se olvidaba de mí, de forma tan abrupta.

Fue una tortura lenta y difícil de sobrellevar, en especial cuando no tenía a nadie a mi lado para que me ayudase a cuidarla.

Culpaba a mi padre por poner primero su trabajo que a la mujer que amaba. A mi hermano, por no darse el tiempo de ir a verla cuando todavía lo recordaba. A ella, por no decirme lo que estaba pasando desde el principio. A la vida, por arrebatármela de una forma tan injusta; y a mí, por siempre estar demasiado enfocada en mi vida, que no me di cuenta de que mi madre hacía anotaciones en una libreta todos los días, para que no notara que ya se le había olvidado lo que le conté el día anterior. 

Y de repente, un día las notas ya no fueron suficientes, y mi nombre pasó a ser solo un recuerdo en su delicada mente, del que el amor de su vida le quería poner a su hija, si en algún momento llegaban a tenerla.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora