✧ Capítulo 27 ✧

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27|| Solo tú.||

Natural - ZAYN

Nash:

Me lancé al colchón ni bien entré a la habitación y me cubrí la cara con una almohada; necesitaba apagarme la mente un rato, dejar de pensar tanto y respirar.

Odiaba cuando mis pensamientos eran demasiado ruidosos para soportarlos de pie.

Que doloroso era cuando te dabas cuenta de que la persona que más amabas en la tierra no quería apoyarte u escucharte, que no le interesaba lo que desearas, pensaras u opinaras, porque para ella solo sus deseos interesaban.

¿Cómo se vivía de esa forma? No tenía ni puta idea.

Mi propia madre me había partido el corazón el mil pedacitos y no creía que existiese algo más malditamente doloroso que eso; ver que la mujer que te había dado la vida, no te creía capaz ni suficiente para lo que te querías dedicar.

En segundo semestre había aprendido el impacto y las consecuencias que las palabras incorrectas tenían en la mente de un ser humano, especialmente cuando venían de alguien de tu núcleo cercano.

La forma tan normalizada que tenían los adultos de invalidar las emociones de los menores solo por creer que no eran tan "importantes" era enfermiza. Me molestaba, odiaba saber que me lo habían hecho.

Detestaba darme cuenta de que nunca había tenido voz, nunca se me había permitido estar triste por banalidades o abrumarme por la carga escolar, se suponía que eran mis "obligaciones" que debía ser "responsable" y aceptar que no tenía "motivos" para llorar cuando no le entendía a algún tema, o cuando se me juntaban los trabajos, o cuando simplemente estaba agotado.

Comencé a llorar sin darme cuenta, nunca me avergonzó hacerlo, mi padre siempre decía que retener las lágrimas era mucho peor que soltarlas, pero dolía...

Cada puta lágrima dolía más que la anterior, era como si todo mi interior comenzara a irse a la mierda por saber que la parte central que me mantenía en pie, se había ido.

El móvil llevaba vibrando sin parar desde que salí de la residencial, con llamadas y mensajes de mi padre, y aunque sabía que estaba preocupado, en ese momento no deseaba hablar con él.

No quería saber nada de ninguno de los dos en ese momento, aunque supiese que no tenía la principal culpa.

Escuché que alguien tocó la puerta, pero no quise responder, no tenía fuerzas para hablar, y cuando me di cuenta de que la estaban abriendo, supe que era ella.

Enterré más la cara en la almohada y traté de controlar la respiración.

Sentí como el costado derecho del colchón se sumía por su peso y de pronto, una pequeña mano comenzó a sobarme la espalda; y no supe si fue por la acción, la persona, o por el hecho de que necesitaba a alguien que me reconfortara sin saberlo, pero me quité la almohada, giré el cuerpo y la abracé.

Me sumergí en su pecho y ahí me deshice, me enfocaría en la vergüenza y en la pena después.

Era extraño que un hombre se permitiera llorar frente a otra persona, no sabía si era porque creíamos que era un signo de debilidad, o por el hecho de que desde muy pequeños no se nos permitió hacerlo, no tenía ni puta idea, pero me importaba una mierda en ese momento la "masculinidad".

Podría ir fácilmente con Roberta y desahogarme, me conocía y conocía a mi madre, pero se pondría peor y se preocuparía de más, no era capaz de ver a alguien llorar sin hacerlo también, así era ella y no estaba mal, la adoraba por no tener miedo de demostrar cómo se sentía nunca.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora