✧ Capítulo 25 ✧

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25||Un golpe de realidad.||

Los significados de las palabras del hockey las encuentran al final del capítulo para mayor comprensión. Nos vemos mañana con el capítulo siguiente. ❤️

Nash:

Los ejercicios dinámicos sobre el hielo siempre te dejaban de una sola forma al terminarlos, deshecho.

Tenía todos los músculos de la espalda entumecidos y los dedos adoloridos como la mierda, lo que más disfrutaba después de un partido/entrenamiento, no era haberlo hecho bien, o tener una victoria más encima, todo cambiaba cuando me quitaba los putos patines y podía estirar los dedos de los pies a mi antojo.

Habíamos estados dos horas y media tratando de mejorar la precisión del manejo del disco, lo que era la mierda de importante, porque en un deporte tan rápido como el que jugaba, si no sabías cómo ser preciso, estabas acabado.

Lo que más me gustaba del hockey, era lo impredecible que podía llegar a ser, que no importaba si venías con una racha excelente, si te descuidabas un poco, podían darte la vuelta con tan solo un gol. Algunos partidos solo se trataban de defender, terminabas empatado y te jugabas la prórroga, esos eran los más intensos. Y otros se enfocaban más en atacar, derribar, y analizar todas las opciones que tenías para anotar un gol.

Ninguna victoria era divertida cuando se obtenía de forma sencilla, o al menos eso era lo que yo pensaba.

No era un jugador al que le gustara presumir o alardear. Sabía que era bueno, pero me gustaba pensar que podía mejorar todos los días.

Me encantaba tener que dar el cien por ciento o incluso exigirme más de lo que estaba acostumbrado. Adoraba la adrenalina corriéndome por las venas, la rapidez con la que sucedía todo, y de vez en cuando, las peleas, porque eran la mierda de impredecibles también y el entretenimiento nunca estaba de más.

Todos los partidos que habíamos tenido en ese primer mes contando la pretemporada, los habíamos ganado, lo que nos clasificaba como los numero uno en la lista de equipos universitarios. El problema era que Harvard no se quedaba atrás, y con nuestro primer juego cara a cara prácticamente a la vuelta de la esquina, la tensión por mejorar los fallos que habíamos tenido la última vez, se intensificaba.

Después de las duchas, el equipo comenzó a adueñarse de la sala de proyecciones para el análisis de juegos que el entrenador nos obligaba a ver dos veces por semana.

A diferencia de muchos equipos de hockey, cuya importancia primaria era estudiar al oponente, el entrenador Savard tenía como enfoque principal estudiar nuestro propio estilo de juego antes y remarcar los fallos que teníamos individualmente, para de allí partir a ver los estilos de los contrincantes y ver en qué huecos podíamos aprovechar las mejoras.

Por esa y muchas razones Theo Savard era tan buen entrenador. A él no le importaban los demás equipos, o si perdíamos, lo que a él le interesaba, era saber que, si nos derrotaban, al menos había sido dándoles batalla y no holgazaneando o por habernos confiado.

Odiaba a los fanfarrones.

Su lema era "Yo no entreno maquinas, entreno chicos que, si se lo creen y trabajan lo suficiente, pueden llegar a ser los mejores" era como nuestro padre dentro del hielo.

Era excelente en lo que hacía y lo admiraba demasiado por siempre ser tan profesional.

—Escuchen bien esto porque no lo voy a repetir —dijo mientras daba la vuelta hacia nosotros y Milo dejaba a Drake Basil pausado en medio de la puta pizarra—, Basil no es nada de lo que fue la temporada pasada. Ha mejorado lo suficiente para ser el segundo favorito del año.

Cruza la línea.  (Del uno al diez) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora