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2018

El almuerzo del domingo en casa de sus padres a Bianca siempre le resultaba reconfortante. Su madre se esforzaba porque todo esté preparado y riquísimo. Si bien las sobremesas terminaban convirtiéndose en un ateneo de medicina entre su padre y su hermano, del cual ahora también participaba Clara, ella aprovechaba para recostarse en las reposeras del jardín y disfrutar del sol. 

-Hija, ¿cómo va todo? – le dijo su madre al tiempo que se acercaba con una bandeja que contenía dos tazas de té y unos exquisitos alfajorcitos de maicena. 

–Bien ma, gracias.- respondió Bianca incorporándose un poco para hacerse de su taza de té.

- Esta semana te escuché algo distinta, ¿pasó algo? – le preguntó su madre, tomando asiento a su lado.

-No, algunos cambios en la oficina, pero nada grave, no te preocupes-

-No, si no me preocupo, pero me gustaría que me cuentes un poco más.-

Bianca la miró unos segundos. Alicia, su madre, siempre la había conocido muy bien. Era paciente con ella, nunca dejaba de hacerle saber que la quería y nunca le había puesto exigencias, como sus amigas o el resto de su familia, para que pase de página. Aceptaba su nueva forma de vivir, aunque no perdía las esperanzas. Bianca decidió abrirse un poco con ella, la semana pasada había reavivado muchas sensaciones que creía perdidas.

-El lunes llegaron los de una consultora para hacer una especie de auditoría en la empresa.- dijo bajo la atenta mirada de su madre.

-En teoría van a armar un análisis de riesgo e informar cuan conveniente y cuanto se podrían reducir los gastos para fusionarse con Shaun, la competencia.-

-Ah, y ¿tenes miedo de perder el trabajo?-

-Mmm, no creo que mi puesto esté en discusión, pero nunca se sabe. Uno de los de la consultora está instalado en mi oficina. Todavía no sé si eso es bueno o malo.-

-No te preocupes, Bianc, sos muy buena en tu trabajo. Y si llegarán a despedirte, cosa que no creo, seguro conseguís algo mucho mejor.-

Bianca tomó la mano de su madre en señal de agradecimiento y esta se acercó a abrazarla. Cuando el abrazo se estaba volviendo demasiado intenso ambas se separaron. 

–Y ¿Cómo es?- dijo Alicia para sacarle emoción al momento. Pero Bianca la miró sorprendida -¿Quién?- 

-El chico que está instalado en tu oficina, no debe ser fácil compartir tanto tiempo con alguien nuevo.-

Bianca evitó que su cara la delatara –Ah, no sé, normal. Un poco seguro de sí mismo, pero ya estoy acostumbrada a lidiar con hombres exitosos.-  

-¿Te parece un hombre exitoso?-

-No sé, ma, supongo. Tiene un buen puesto en la mejor consultora del país.-

-Entiendo, y ¿es buen mozo?-

-¡Mamá! ¿A qué viene esa pregunta? –

-Es una pregunta, Bianc. Pero a juzgar por cómo te pusiste, no hace falta que me la respondas.-

En ese momento se acercó el resto de la familia para disfrutar un poco del sol que quedaba en el jardín.

-¿De qué hablaban?- preguntó Lautaro mientras se sentaba junto a su hermana. 

–Del nuevo apuesto joven que trabaja con tu hermana.- dijo Alicia. 

-¡Mamá!- la interrumpió Bianca a modo de reto.

–Ah, hermanita, te lo tenías bien guardado.- le dijo Lautaro presionando su brazo como solía hacerlo cuando eran chicos y quería molestarla. 

– Menos mal que era de trabajo y no de futuras compras, tu madre no pierde el tiempo en esa materia.- interrumpió su padre y mientras todos reían le guiño un ojo a su hija, quien le devolvió una mirada de agradecimiento.

Cuando regresaban en el auto, con la monotonía del lento andar de los autos que inundaban la Panamericana los domingos por la tarde, y con una Clara cómodamente durmiendo en el asiento trasero, Lautaro miró a su hermana. A pesar de tener 33 años, algunas arrugas sutiles se marcaban en el contorno de sus ojos, la expresión de solemnidad se había instalado en su rostro, y su mirada reflejaba la tristeza de quien siente que ya no quedan lágrimas por llorar. Amaba a su hermana, siempre había sido tan compañera, habían disfrutado tanto su infancia y no había nada más hermoso en el mundo que verla sonreír. Sin pensar mucho más le disparó.

– Bianc..-  

-Aha..-

-Se que no te va a gustar lo que te voy a decir –

-Entonces no lo digas-

-Pero creo que es importante, y prefiero correr el riesgo de que no me hables el resto del viaje, pero dormir tranquilo esta noche. Bianc, no podes detener tu vida en el pasado. Yo no soy como mamá que quiere que te cases, con la casa, los chicos y el perro. Pero tenes que volver a divertirte. Vos no sos la culpable de nada, no tenes ninguna condena que pagar, ni le debes nada a nadie. Volvé a salir, llamá a tus amigas, muchas ya están separadas o están por separerse.

-¡!Lauti¡¡

-En serio, sos linda, joven, solías ser muy divertida. Es más…- y tomando una tira de 5 preservativos de su bolsillo los introdujo en su cartera. – hasta te diría que te bajes Tinder.-

Bianca, con los ojos abiertos de par en par, intentó devolvérselos al momento que ponía segunda porque el tránsito había comenzado a fluir. - ¿Qué haces Lauti? Llevate eso- 

Pero Lautaro se los dejó. 

–No los tenes que usar ahora. – y cerrando el cierre de la cartera, añadió – Bianc, queremos volver a verte sonreír, de verdad.-

Bianca se tragó sus lágrimas y decidió que no era momento de discutir, su hermano tenía las mejores intenciones, pero nunca entendería que a veces simplemente no se puede.

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