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2001
Ese verano fue tan oscuro para Martin que en adelante, lo borraría por completo de su memoria.  La noticia del embarazo no buscado y la crisis económica que atravesaba Argentina pusieron de cabeza su vida. 
-Me tengo que casar.- le dijo una tarde de 35 grados, a la sombra de un ficus, que había crecido en demasía y alborotado, en el jardín de la casa de Benja en Rosario. Desde la noticia, intentaban pasar la mayoría de los fines de semana allí. 
-No lo digas como una obligación, podes hacerte cargo del bebé sin casarte.- le respondió Benja usando un cuaderno de espiral, donde hacía sus resúmenes de la facultad, para abanicarse.
-Carolina creció sin su padre, y la experiencia no fue demasiado alentadora.-
-Porque su padre era un borracho al que no le importaban sus hijas, pero vos no sos así.-
-Tengo que darle una familia, quiero que vuelva a su casa y tenga un padre con quien jugar o que revise su cuaderno y se enorgullezca de sus notas. El bebé no tiene la culpa de las cagadas de los padres.- Martin se tomaba la cabeza con ambas manos, sus ojos, irritados por el calor, se veían rojos y ausentes.
-Carolina no es mala mina. Es un poco hincha y tiene un tono de voz un poquito más elevado que la media, pero es agradable. Le gusta charlar, le gusta coger. ¡Qué sé yo! A lo mejor, no es el momento que hubiese elegido, pero algún día quería tener una familia. Aparte en este momento no estoy para bancarme el departamento y pasarle guita.-
-Sabes que mi casa es tu casa, amigo.-
-Sí, ¿cómo te ves calentando mamaderas a las tres de la mañana en silencio para no despertar a la minita con la que volviste de la fiesta?-
-No seas boludo.-
-En serio Benja, lo pensé, lo medité, es lo único que hago desde hace un mes. Si no lo intento por lo menos, no me lo voy a perdonar. Hablé con mi tío, el que tiene la fábrica de camisetas y me va a dar un laburo, voy a intentar meter más materias en el verano y me voy a pasar al turno noche. Ese bebé es mío, es mi responsabilidad y quiero darle tanto más de lo que me dio mi viejo…- el nudo en la garganta se hizo evidente, con sus veinte años se sintió un niño, Benja lo abrazó y fue suficiente para que algunas lágrimas se escapen. El silencio fue breve, pero el alivio que sintió Martin al poder expresarse selló un nuevo capítulo de su amistad.
-Tincho, yo sé que vos vas a ser un gran padre. – le dijo Benja volviendo a su lugar.- Y tomes la decisión que tomes yo voy a estar ahí.-

Volver a bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora