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2018

-Hola Lucy. ¿Cómo está la mejor secretaria que tuve? – Lucy, levantó la vista de su computadora y con una gran sonrisa en sus labios, se levantó para saludar a Martin. 

–Muy bien, por suerte. ¿Qué te trae de nuevo por acá? – le preguntó sin alejarse demasiado. 

–Vengo a ver a Bianca, no me contesta el teléfono y como estaba por acá cerca, decidí subir. 

– La expresión de Lucy cambió por un momento. Martin, no supo identificar si era sorpresa o pena, pero ninguna de las dos lo satisfacía. 

- ¿Qué pasa Lucy? –le preguntó un poco nervioso. 

–Eh... la señortia Bianca, se está yendo a Chile. – le respondió dubitativa.  Martin sintió su mundo derrumbarse en un segundo. ¿Chile? ¿Tan rápido? ¿Cómo había sido tan idiota de no contestar sus llamadas? Nunca pensó que podía perderla hasta ese momento. Intentó ordenar sus pensamientos y sin dejar que Lucy pronuncie otra palabra le preguntó 

- ¿A qué hora es su vuelo? ¿Sale de Aeroparque? – Lucy, viéndolo acercarse con prisa al ascensor le gritó 

– A las 16 hs, y sí sale de Aeroparque. – Martin corrió hasta al ascensor y le regaló un pequeño gracias, al tiempo que las puertas se cerraban. 

En el aeropuerto de la ciudad de Buenos Aires, Bianca, terminaba de hacer el check in, mientras agradecía que Matías hubiese elegido otra ventanilla, ya no soportaba sus indirectas. Si continuaba así, iba a tener que ser un poco más enérgica en su negativa.  Terminó de tomar los papeles para el embarque y al girar sobre sí misma, se quedó petrificada. 

Aquellos ojos que tanto amaba estaban mirándola con tanta intensidad que su corazón se aceleró. Se acercó lentamente sin dejar de mirarlo ni un segundo. Cuando la distancia fue lo suficientemente prudencial, para no sentir su aroma, se detuvo. 

–Hola. ¿Qué haces acá? - le preguntó con sorpresa a Martin. 

–Perdón, fui un idiota, otra vez. – le dijo conteniendo las ganas de tomar su mano. Bianca, aún sin entender demasiado, continúo mirándolo. 

–Por favor, no te vayas. – le suplicó con los ojos a la vez que hablaba. 

- Me asusté, la presencia de Benja era muy fuerte entre los dos, sentía que lo estaba traicionando. – Bianca quiso interrumpirlo, pero él no la dejó 

– Esperá, una vez que estoy dispuesto a decir lo que realmente siento, no me cortes el envión. - Bianca guardó silencio y lo escuchó con atención. 

–Nunca sentí lo que siento cuando estamos juntos, incluso si no estás, me acuerdo de tu risa y me alegro. Me encantan nuestras charlas que no llevan a ningún lado, que mi música te parezca anticuada y que te muerdas el labio cuando estas nerviosa. – Bianca, en un gesto instintivo, lo hizo. 

–Así,. - le dijo él tocándolo con la punta de su dedo índice. 

– Me costó, pero entendí, que no importa lo que haga, él no va a regresar. Y si hay algo que hubiese querido, es que las dos personas que más amó en su vida sean felices. – Los ojos de Bianca se empañaron y sus labios se sellaron intentando contener la emoción. 

– No sé a dónde nos puede llevar esto, pero por primera vez me gusta no tener plan, porque sé que el ahora, con vos, es lo mejor que me puede pasar. Si todavía sentías algo por este idiota que huyó como un cobarde, te prometo que nunca más me voy a escapar, te prometo sinceridad, compañía, esfuerzo, - al ver Bianca sonreía, continuó -y, por supuesto mucho sexo. – Bianca, sin dudarlo se lanzó a sus brazos. Lo besó como llevaba días imaginando. Cuando por fin se separaron un poco, ella lo miró y le preguntó 

- Sabes que solo viajo por el fin de semana, ¿no? – Martin, sorprendido, se rio. 

- Lucy nunca me lo aclaró, no sé, me asusté, pensé que habías pedido el puesto en Santiago. – Bianca negó con la cabeza, al tiempo que sonría. 

– Me interesó esa última parte, mucho.. – Martin la volvió a abrazar y alzándola un poco del piso le susurró al oído. 

– Mucho, mucho. – 

Sumidos en su propia historia, olvidándose de donde estaban, la voz de Matías, casi que los despertó. 

–Eh, veo que se llevan mejor. Bianca, hubo un problema, no vamos a poder viajar. – Bianca sorprendida, reparó en los dos oficiales de policía que lo escoltaban desde una corta distancia. 

- ¿Pasó algo? – le preguntó. 

– Un pequeño malentendido, nada grave, ahora me voy a tener que ir. – le dijo mirando el piso. Martin, que aún sostenía la mano de Bianca, le dijo. 

–Vamos, tengo mucho que contarte. – Ella, sin dudarlo, tomó su Carrión y dándole la espalda a Matías, comenzó a caminar de la mano del hombre que amaba, con un ritmo tenue, pero elocuente, que simulaba un paso de baile y la sonrisa más sincera que había lucido en años. Martin pasó su brazo por su cintura y luego de darle un pequeño beso le susurró. - Llegó mi momento de hacerte feliz. -

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