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2013

La semana que siguió al encuentro en el bar, fue todo menos tranquila. Bianca había tenido mucho trabajo, se iba de la empresa a las diez de la noche y volvía a las siete de la mañana. Estaba convencida de que ese año sí le darían el ascenso que tanto anhelaba. 

Por su parte Martin, había pasado más tiempo haciendo trámites que durmiendo. Si bien llevaban meses planeado la mudanza con Paula y Carolina a España, la confirmación del empleo, lo apresuró todo. La  empresa que los contrataría a él y a Carolina les había ofrecido una casa, pero dada la actual situación de la pareja, habían solicitado dos departamentos separados, cercanos al colegio que habían escogido para su hija y eso requirió algo más de burocracia. La propuesta era buena, los empleos estaban a la altura de sus expectativas y Martin había conseguido rendir las equivalencias para completar su carrera en un año en Madrid. A pesar de la separación, ambos estuvieron de acuerdo en continuar con el proyecto. Sabían que los ayudaría a hacer una diferencia económica y no dejarían de estar con Paula. Solo un año, o al menos eso creían. 

Cuando una notificación de su teléfono le anunció una nueva cita en su agenda, pensó que se había olvidado de algún trámite, pero al leer el nombre Blanca, se sonrió. 

-¿Qué pasó?- le preguntó Benja mientras lo ayudaba a embalar sus cosas en las cajas, que habían invadido el departamento. 

–Nada, ¿te acordás del chico del bar del sábado pasado?- le preguntó.

 - ¿El casi medico?- respondió Benja. 

–Sí, se supone que tengo que ver a su hermana esta noche.- Benja lo miró desconcertado y le preguntó

 -¿Vas a ir? – 

-No creo.- le respondió Martin. 

–Ya estoy con un pie en España, para que complicar las cosas, además lo más seguro es que ella no vaya. No me mostró ni la foto.-

-El chico parecía normal.- le contestó Benja, mientras seguía cubriendo portarretratos con papel de diario. Entonces Martin lo miró con suspicacia. 

-¿Qué?- le preguntó Benja. 

-¿Por qué no vas vos? –Benja abrió los ojos con sorpresa. 

-¿Yo?- exclamó. 

– ¡Sí, vos! Ya es tiempo de que dejes de enfocarte solo en el trabajo y empieces a pensar en la familia. Entiendo que después de lo que me pasó a mí, te hayas vuelto un poco paranoico con las mujeres, pero vamos Benja, ya no somos tan pendejos, yo me estoy yendo. Sabemos que no nos vamos a dejar de hablar, pero también soy consciente de que la distancia es real. La mayoría de los chicos está casado o a punto de. A lo mejor vale la pena esta chica.-

Benja se quedó unos segundos en silencio, su vida amorosa era prácticamente inexistente, se divertía los fines de semana, tenía buen sexo de vez en cuando, siempre con rigurosa protección, pero era cierto que haber visto el rotundo cambió que había vivido su amigo, lo había llevado a reflexionar seriamente acerca de la vida en pareja. Si bien, se había criado en un ambiente familiar armonioso, había visto a Martin sufrir por no poder llegar a un acuerdo con Carolina tantas veces, que su idea de matrimonio estaba sesgada. Aunque Paula era la vida para Martin, y no solía quejarse de su carrera trunca o de las horas extras, había algo de melancolía en sus encuentros. Era algo tácito que ninguno ponía en palabras pero ambos sentían. Cuando por fin había decidido ponerle fin al tortuoso matrimonio, se sentía demasiado tarde. Había llegado a odiar a Carolina y ella no disentía en lo más mínimo. La juventud y las pasiones los habían arrastrado a un callejón del que ninguno se atrevía a salir, solían pensar que estaban protegiendo a su pequeña, pero los chicos son tan sensitivos que ella fue la primera en agradecer el final. La distancia les daría aire y de a poco volverían a recordar que ambos aún podían alcanzar la felicidad. Benja acompañó a su amigo en cada una de las frustraciones y sabía que el verlo partir dejaría un gran hueco en su vida. Casi con esperanza, le dirigió una mirada de despedida y luego de un largo suspiro le respondió. 

-¿Cómo se llama? – Martin sonrió y tomando su teléfono le dijo 

– Blanca.- 

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