2018
Cuando el encargado del edificio le anunció a Bianca que le traían sus cosas, nunca imaginó quién estaría detrás de la puerta de su departamento al abrirla.
Martin había obviado decir su nombre en la entrada y mientras subía por el ascensor hasta el décimo piso, trataba de armar una frase coherente para disculparse. Pero cuando Bianca le abrió la puerta, con su pelo recogido en una colita alta, sus pechos dibujándose bajo la fina tela de la musculosa y unas pantuflas rosa de peluche, las palabras tardaron en salir.
-¿Qué estás haciendo acá? – le dijo Bianca intentado cubrirse cruzando los brazos sobre su pecho. –Vine a disculparme.- le dijo Martin ofreciéndole la cartera. Bianca la tomó, teniendo cuidado de no rozarlo y le soltó
- ¿De qué te queres disculpar?- Martin sin esperar a ser invitado ingresó al departamento con paso decidido. La vista del río a través de los grandes ventanales, cuyas cortinas pendían de ambos extremos, era hermosa. Unos sillones inmaculados con abundantes almohadones mullidos enmarcaban una mesa ratona de roble, sobre la que reposaban 3 faroles de hierro de distinto tamaño y unas velas cuadradas que jamás habían sido encendidas. La pared de frente acogía un cuadro de unos barcos, que alguna vez había visto, pero cuyo nombre no recordaba. Sin portarretratos, ni fotos. Todo muy prolijo, muy impersonal.
– ¿Podemos hablar civilizadamente un minuto? – le dijo Martin mirándola a los ojos. Bianca se encogió de hombros e hizo un gesto con su mano para que pase. Lo guío hasta un desayunador de madera con 4 banquetas blancas al otro lado del inmenso salón, que separaba la cocina del living. Bianca no se molestó en ofrecerle algo de tomar, simplemente corrió una de las banquetas y se sentó frente a Martin, y clavando sus ojos en los de él le dijo
–Ok, ¿qué me querías explicar? –
Martin se acomodó en la banqueta y estiró ambos brazos sobre la mesa.
–Yo no tengo nada que ver con lo publicado.- Bianca quiso hablar pero él levantó su mano, como había hecho ella por la mañana y continuó.
–Estuve todo el día dándole vueltas al asunto, intentando entender quién podía beneficiarse con la revelación de esos datos, con nuestra discusión o echándote la culpa a vos y la verdad, no le veo el sentido. Sería muy fácil creer que fui yo, pero justamente por eso, tenes que darte cuenta de que es una trampa. Si yo hubiese vendido esos prototipos, ¿por qué regresaría a la oficina? ¿Para asumir las culpas? ¿Para que todo el mundo sospeche de mí? No sé quién nos hizo esto, pero no pienso descansar hasta descubrirlo.- Bianca trataba de procesar lo que escuchaba, primero había imaginado que le hablaría del beso, pero nada, actuaba como si lo hubiese olvidado. Lo que decía era en parte verdad, ella misma había llegado a esa conclusión horas antes en el balcón, pero ¿quién querría hacerle daño? Acaso Martin había dicho, hacerles daño, ¿a los dos? ¿Desde cuándo eran algo los dos? Hizo una pausa bastante larga, buscando las palabras adecuadas y, entonces, habló.
–Tenés razón.- dijo y al ver la cara de sorpresa de Martin una pequeña sonrisa asomó a sus labios. –No lo puedo creer- le dijo Martin sonriendo también – hace unas horas querías matarme y, muy tranquila, me soltás tenes razón. – Bianca se mordió el labio inferior, y Martin tuvo que acudir al autocontrol para no saltar la mesa y besarla nuevamente.
–En primer lugar, te pido perdón. No debí hablarte así esta mañana, ni yo me reconozco, hacía tiempo que no me enojaba tanto y eso me nubló la razón. Cuando pude analizar mejor las cosas, llegué a la misma conclusión que vos, nadie que roba algo vuelve al lugar de hecho. – Martin se recostó un poco en el respaldo de la silla.
–Muy bien CSI, y ¿qué hace entonces un ladrón?-
-Bueno, tampoco te pases. Sólo digo que pensar que fuiste vos, era lo más obvio, y caí como una tonta. Hace unos años, cuando iban a ascenderme al puesto de gerenta, me pasó algo parecido. Me habían confiado unos papeles y sin poder encontrar la explicación, el contenido fue publicado en los diarios. En ese momento casi me despiden, sentí una impotencia tan grande que no dormía y mi único pensamiento era encontrar a la persona que me había tendido la trampa. Pero después…- Bianca se detuvo, necesitaba unos segundos para vencer el nudo que se había formado en su garganta.
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Volver a bailar
RomanceDos almas que pisaron el mismo suelo en el pasado sin saberlo, se reencuentran para intentar cicatrizar las heridas de la ausencia de quien supo hacerse amar. Bianca es una joven contadora, que solía amar la danza, pero actualmente, refugiada en su...