Septiembre 2015
El clima cambió antes de lo esperado, el viento se volvió intenso y Benja tuvo que cambiar la disposición de las velas, algunas gotas comenzaban a besar el casco de la embarcación mientras Bianca se ponía su abrigo.
–Mejor andá abajo, amor.- le dijo Benjamin mientras continuaba con su ajetreada labor de fijar todas las cosas móviles de la cubierta, cerrar los compartimentos, liberar los imbornales y las rutas de expulsión de la cabina, acomodar sogas y mástiles.
– Ni loca, y dejarte acá sólo. Decime en que puedo ayudar.- dijo Bianca elevando la voz para que la escuche.
–En serio, anda abajo, voy a estar más concentrado que si te quedas. –
Bianca estaba comenzando a preocuparse, el agua del río golpeaba fuerte contra el casco y Benja no paraba de atar y desatar sogas.–Dale Benja, decime que hago, no me puedo quedar abajo. –
Benja la miró y en seguida volvió la vista a su vientre. Mil pensamientos lo abordaron y la desesperación lo inundó.–Bueno, llamá por la radio y envía nuestra ubicación, es mejor que pidamos ayuda. –
Bianca asintió y tomándose de las barandas para no caer se deslizó hasta la cabina. Tomó la radio y comenzó a decir lo que Benja le dictaba. Pero cuando estaba a punto de dar la ubicación un fuerte viento movió la embarcación casi hasta ponerla de lado, Benjamin golpeó su cabeza contra uno de los mástiles y cayó al agua. Bianca soltó la radio y se aventuró a buscarlo, una de las sogas se había enredado en su pie y eso lo mantenía unido al velero, pero su cabeza continuaba golpeando de manera repetida contra el casco.Bianca lo llamaba a los gritos, mientras intentaba tirar de la soga para volver a subirlo. Sus manos comenzaron a agrietarse, las lágrimas brotaban a borbotones.
–¡¡Benja!!! ¡¡¡Benja!! Amor, por Dios, no me dejes, Benja necesito que me ayudes. ¡Benjamin levántate! ¡Por favor amor, por favor! – los gritos se repetían sin interrupción, intentaba imponer más fuerza en cada tirón.
Logró subirlo hasta la cintura y ahí se acercó para abrazarlo y terminar de acostarlo en la cubierta. Aún respiraba, el viento soplaba cada vez más fuerte y la lluvia se había convertido en una cortina de agua que no permitía ver más allá de unos centímetros. Bianca tomó su cabeza y encontró sangre en la parte trasera, arrodillada a su lado sacudió sus hombres mientras lo llamaba como jamás había gritado en su vida. Benjamin abrió sus ojos y Bianca volvió a respirar.–Mi amor, ¿estás bien?- le preguntó mientras intentaba que no se incorporara.
–Tenes que atarte al barco, ¿llegaste a pedir ayuda?- le dijo con un hilo de voz. Bianca asintió con la cabeza mientras las lágrimas nublaban su vista.
–No me voy a mover de tu lado.- le dijo tomando sus manos con fuerza. Benjamin la soltó y con voz firme le repitió.
–Átate con el arnés que está ahí a la línea de base y pásame uno. También tenemos que ponernos los chalecos salvavidas. Ya fijamos todo en cubierta y cerré todos los casilleros. Andá a la cabina, encendé las luces y volvé a llamar por radio.-
Bianca intentaba retener todo lo que le pedía, buscó los arneses y le colocó el chaleco a Benja, intentando no moverlo demasiado, lo ató y se movió hasta la cabina. Cuando fue a abrocharse su arnés notó un líquido corriendo por entre sus piernas, con aún más lágrimas en sus ojos vislumbró unas gotas de sangre en el piso, una puntada muy fuerte la obligó a doblarse sobre su vientre y un gritó ahogado intentó escapar de su garganta. Sabía muy bien lo que estaba ocurriendo, pero no podía detenerse.Terminó de atarse y reiteró el llamado por radio, cuando escuchó que la ayuda estaba en camino, se volvió con una sonrisa hacia Benja, pero una nueva sacudida movió el barco y su marido quedó colgando a punto de caer al agua. Corrió con desesperación, nombrándolo a cada paso.
Otra vez tenía en sus manos una soga, esta vez, tenía menos fuerza, y sin embargo se aferró a ella, enrollándola en sus antebrazos. Tiró y tiró, los ojos de Benja la miraban con desesperación, el viento los azotaba sin descanso. Ninguno daba cuenta de cuánto tiempo llevaban asì, las sogas comenzaron a presionar en la piel de Bianca, el dolor de su vientre era aún mayor al de sus brazos. Las sogas quemaban como un brasero y cada vez perdía más fuerza. No lo podía soltar, eso era lo único en lo que pensaba.
Entonces las luces giratorias azules y rojas comenzaron a aparecer en el horizonte.
–¡Ahí vienen amor, ahí vienen! - le gritó con emoción.
Benja sonrió y su mirada perdió el miedo, ahora solo reflejaban alivio y despedida.
Bianca negaba con la cabeza, no estaba dispuesta a perderlo, no quería que se rinda, no podía abandonarla; pero como una estampida no anunciada, algo la golpeó desde atrás y ya todo fue oscuridad.
ESTÁS LEYENDO
Volver a bailar
RomanceDos almas que pisaron el mismo suelo en el pasado sin saberlo, se reencuentran para intentar cicatrizar las heridas de la ausencia de quien supo hacerse amar. Bianca es una joven contadora, que solía amar la danza, pero actualmente, refugiada en su...