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2018
Bianca había salido a toda velocidad de la oficina, ni siquiera se atrevió a esperar el ascensor y descendió los cinco pisos por la escalera. Cuando llegó hasta su auto se dio cuenta que había dejado su cartera en la oficina y agradeció contar con las llaves del vehículo en el bolsillo del pantalón. 
Todavía aturdida por lo que acababa de vivir, entró a su departamento y comenzó a desvestirse. Casi sin pausa, se dirigió al baño para meterse debajo de la ducha. Con el agua caliente recorriendo su cuerpo, las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos. No podía pensar con claridad pero la presión en su pecho la obligaba a llorar. Cuando por fin el agua comenzó a enfriarse y pudo respirar con normalidad de nuevo, salió del baño y se puso una pantalón gris amplio, que usaba para dormir y una musculosa de tirantes blanca. Se cepilló el cabello y con una taza de té y la manta que solía tener junto al sillón del living, se sentó en el balcón. 
¿Cómo no lo había detenido? ¿Por qué lo dejó besarla y tocarla de esa manera? ¿Cómo había podido disfrutarlo? La intensidad del momento la había apartado de lo verdaderamente importante, ¿acaso Martin la había usado para obtener los diseños y venderlos al diario? Nadie, excepto Matías, sabía que se los iba a dar y de hecho si Martin lo negaba, ella no tenía pruebas de habérselos entregado. Había utilizado un pen drive, para evitar subirlos a la nube.  
Un poco más serena intentó analizar la situación. La expresión de Martin había sido realmente de desconcierto, no parecía saber de lo que ella le estaba hablando. ¿Acaso todo era por dinero? Tuvo que leer los papeles para intentar entender. Hasta se había sonreído. Y cuando nombró a su marido…
 Sacudió la cabeza para aclarar la mente y comenzó a tocar la alianza que aún llevaba en su dedo anular. ¿Por qué sentía que al besar a Martin estaba traicionando a su marido? 
– ¡Me dejaste tan sola! – dijo en voz baja - ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? – y con la vista clavada en el horizonte, observando el movimiento del río, con la brisa golpeando en sus mejillas, creyó comprender con mayor claridad.

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