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2018

07:08 del lunes, Bianca encendía su auto para dirigirse a la oficina. Otra vez le había resultado difícil escoger el atuendo, el haberse adentrado en el saco de los recuerdos el fin de semana no había sido gratuito. Se sentía como un maratonista al finalizar su carrera. Las imágenes del pasado se repetían de manera caprichosa. El domingo al volver a su casa, se había recostado en el sillón y casi estaba dormida cuando sintió el frío por sus pies. Se acurrucó y de repente volvió a tener 16 años. Sentada sobre el frío cemento de un cantero, con la brisa de la madrugada pintándole los talones y la resignación de que a quien esperaba no volvería. Fueron las dos horas más largas de su vida, atravesando un remolino de sentimientos. Su primera fiesta se había convertido en su primer desencanto. ¿Acaso se había arrepentido? ¿No la encontraba linda en verdad? ¿Le habrían jugado una broma?  ¿Habría sido todo producto de su imaginación? Mucho tiempo le llevó olvidar esos ojos, el tacto en su piel y el susurro en su oído. Todo había quedado tan sepultado que hasta entonces no lo había siquiera pensado. La mirada de Martin se coló en sus pensamientos. ¿Acaso él..? ¿Podría ser aquello posible? 

El sonido del celular la sobresaltó, le respondió la llamada a su madre e intentó no volver a pensar, pero el lunes de vuelta en la oficina, con el dueño de los ojos más hermosos que alguna vez hubiera visto, la duda se volvió bailarina en su mente.

-¿Todo bien, jefa? – le preguntó Martin, levantando la vista de su computadora.

-Si, si. ¿Vos? ¿Qué tal tu fin de semana? – le arrojó sin pensarlo. ¿Desde cuándo se interesaban por sus vidas fuera del trabajo? A Martin, la pregunta, lo sorprendió tanto como le agradó. 

–Muy bien por suerte, la fui a ver a mi hija jugar al hockey; metió dos goles. - agregó con gesto de padre orgulloso.

- Cené con amigos e hice algo de deporte. ¿Vos? – Bianca todavía arrepentida de haber iniciado esa conversación, no tuvo más remedio que responder. 

–Muy tranquilo, también intenté hacer algo de deporte y almorcé con mis padres el domingo.- 

- ¿Cómo que intentaste hacer algo de deporte?-

- Bueno, salí a caminar.-

 -¿Practicas algún deporte?-

-Bueno, yo.. nunca fui muy deportista. Me gustaba mucho bailar ¿eso cuenta?- le dijo con una inocencia a Martin se le antojó hermosa.

-¡Claro que cuenta!- le respondió con una gran sonrisa. Entonces sonó el teléfono de la oficina y ambos se aventuraron a atenderlo chocando sus manos. Rápidamente, como había ocurrido en el ascensor las retiraron. 

–Adelante jefa, es tu oficina.-le dijo Martin señalando al aparato. Bianca tomó la llamada y al colgar le regaló una enorme sonrisa, que dejó a Martín sin habla por unos instantes. ¿Sería acaso posible que ella fuera…? 

– Bien, conseguiste la autorización, tenés acceso a los presupuestos.- le dijo Bianca. 

Cuando por fin se pudo recuperar, Martin le agradeció y un poco aturdido decidió que lo más conveniente era volver a concentrarse en el trabajo.

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