2018
Se acercaba el día en que Martin debía dejar la empresa. Los análisis y las estadísticas estaban casi listos, no le quedaban muchas excusas para permanecer allí, y con el inminente ascenso a director, ya no se iba a tener que mudar de oficina en oficina.
Estaba feliz por sus logros, pero la idea de dejar de ver a Bianca le generaba una sensación extraña, para nada placentera, que intentaba ocultar. Por otro lado, no había podido avanzar con la investigación de las publicaciones. Se había ganado la confianza de casi todos en Krea, hasta las estiradas hijas de Azucena lo habían invitado a almorzar, pero nadie parecía saber nada del asunto. Solo quedaba la gente de la revista, había conseguido hablar con el editor y una fotógrafa, pero el periodista que firmaba la crónica no había respondido ni sus llamadas, ni sus mails. Con todo aquello revoloteando en su cabeza, daba vueltas en la oficina, esperando el regreso de Bianca, quien últimamente era solicitada casi a diario en la oficina de Matías, otro de los motivos por los que no deseaba dejar la empresa, ese tipo no le gustaba nada.
-Uff, una mañana más que tengo que pasar en su oficina, y renuncio. – dijo Bianca, con cara de fastidio, mientras se dejaba caer en el sillón. Martin se le unió
- ¿Te hizo algo? – le preguntó con un poco de preocupación.
–No, pero no lo soporto. Intenta hacerle el gracioso y no le sale, por suerte encontré un lugar que nos ofrece distancia, pero siempre encuentra la manera de acercarse. – cuando notó la cara de enojo de Martin, intentó no echar más leña al fuego, si le llegaba a contar que había intentado besarla, lo mataría.
– Pero no nos arruinemos el resto del día. – le dijo tomando su mano.
–No quiero asustarte, pero ¿que te parecería ir a almorzar a la casa de mis padres el domingo? – le preguntó Bianca. La cara de sorpresa de Martin la llevó a arrepentirse casi instantáneamente.
–No es necesario, si no queres no hay problema. - añadió rápidamente.
–No, me sorprendiste, pero me encantaría. – le respondió, intentado sonar seguro.
-¿Seguro? Mira que si no queres, no pasa nada. – Martin la tomó de las mejillas y la besó.
–Si, quiero. – le dijo mirándola a los ojos y Bianca le regalo la hermosa sonrisa que a él tanto le gustaba.
–Uh, ahora la que está asustada soy yo, no te imaginas el cuestionario que voy a tener que responder en esta semana. – dijo con su habitual gracia, Martin se rìo.
– Tranquila, suelo caerles bien a las madres. – le dijo en tono de burla. Bianca abrió grande los ojos y con indignación le respondió
– Ah sí… ¿conociste a muchas madres, entonces? –
Nunca lo había imaginado con otras mujeres, sabía que había estado casado y no se olvidaba de los múltiples llamados que recibía, pero últimamente habían desaparecido como por arte de magia. Su comentario, aun notando el tono de broma, había logrado ponerla un poco celosa, y ese no era el problema. El verdadero problema era que, para estar celosa, la otra persona te tiene que importar o más aun, la tenes que querer. ¿Acaso se estaba enamorando de él? Sin querer darle más vueltas al tema, escuchó la respuesta de Martin.- ¿Qué te puedo decir? Cada vez que se caía la pelota del lado del vecino, me mandaban a mí a buscarla. – Bianca se río y le dio un leve empujón en el brazo.
En medio de la familiaridad con que se trataban, entró Matías a la oficina.
–Veo que ya se llevan mejor. – dijo, interrumpiendo el momento, y obligándolos a recuperar la actitud profesional que brindaban en la empresa.
–Vengo a despedirme, Martin, me contaron que ya se van. –
Bianca lo miró sorprendida y Martin se levantó para ofrecerle su mano a Matías.
–Si, ya casi estamos terminando el informe, calculo que esta será la última semana. Gracias por todo, espero que les sirva nuestro trabajo. – dijo.
Bianca se levantó también y cruzó una mirada de desconcierto con Martin, entonces Matías volvió a hablar.–Ah; Bianca, se abrió nuevamente la vacante para un puesto de directora en la sucursal de Chile. A vos te interesaba, ¿verdad? –
Ahora el sorprendido era Martin. ¿Chile? ¿Desde cuándo se quería ir a Chile?
Bianca, que había solicitado ese puesto muchos meses antes de conocer a Martin, casi lo había olvidado. ¡Qué injusto era el destino en traerlo de nuevo en este momento! Miró a Matías y le respondió:– Gracias por acordarte de mí, creo que lo tengo que volver a pensar. – pero Matías no le dio lugar a continuar con la respuesta.
–Nada de eso, venite conmigo que en diez minutos tengo una reunión con el CO chileno y quiero que te conozca. – Bianca no sabía qué hacer, no pudo encontrar una excusa valida y Martin la alentó a irse.
–Anda, yo ya casi termino por hoy. – le dijo en un tono que nunca le había escuchado.
– Bueno, te acompaño, pero te repito que tengo que pensarlo, esas decisiones no se toman a la ligera. – y ofreciéndole una mueca de descontento se despidió de Martin y siguió a Matías hasta la sala de reuniones.

ESTÁS LEYENDO
Volver a bailar
RomanceDos almas que pisaron el mismo suelo en el pasado sin saberlo, se reencuentran para intentar cicatrizar las heridas de la ausencia de quien supo hacerse amar. Bianca es una joven contadora, que solía amar la danza, pero actualmente, refugiada en su...