Volver a bailar

13

2018
Cuando Bianca regreso de su caminata, aun con sus Nike en los pies, se subió al ascensor en el que ya se encontraba Martin.
 –Ah, ¿era en serio lo de la caminata?- le dijo mirándole los pies.
 –Me relaja- respondió escuetamente Bianca. 
Cuando las puertas comenzaron a cerrarse una mano masculina lo impidió. – ¿Hay lugar?- preguntó Federico, quien subió al ascensor acompañado por Maggie y Celeste. A su lado Bianca se sintió pequeña y desalineada. Ambas mujeres eran altísimas y delgadas. Lucían unos pantalones entallados y unos zapatos con un taco que Bianca, ni siquiera en su adolescencia habría podido tolerar. Sus cabellos obedientemente lacios y la piel tiesa cubierta de maquillaje, sesgaban cualquier intento de comparación con ella misma.
-Chicas, ella es Bianca- les dijo Federico. 
–Ahh, la famosa Bianca- dijo Maggie mientras la observaba sin disimulo de pies a cabeza y apenas  disimuló la mueca de disgusto cuando llegó al calzado.
- Hola. Bianca sí, famosa no creo- respondió Bianca desviando rápidamente la mirada.
 –Decíselo a ellos dos, no pararon de hablar de vos en todo el almuerzo.- dijo Celeste con cara de fastidio. – Bianca volvió su cara de sorpresa hacia Martin, quien ni siquiera intento desmentirlo. Entonces el ascensor se detuvo en el tercer piso. Federico y Celeste comenzaron a descender, pero Maggie, antes de hacerlo, tomó el brazo de Martin de manera posesiva y le dijo cerca del oído.
 –No te olvides lo del sábado.- y sin esperar la respuesta se introdujo en el tercer piso. 
El viaje de los pisos restante se volvió incómodo. Ninguno de los dos dijo nada y ni bien llegaron a destino abandonaron lo más rápido posible el habitáculo. 
Ya en la oficina, Bianca se sentó en el sillón para cambiarse el calzado, mientras hacía una nota mental para hacerlo en la calle de ahora en más. Martin se acomodó en su silla y tomó el teléfono. –Hola Lucy, me traerías un café, por favor, y…-levantó la vista hacía Bianca y con un gesto le preguntó si ella quería. Bianca asintió y, sorprendido, Martin continuó –y uno para Bianca por favor.- 
Ya con los cafés en el escritorio Martin le dijo –Voy a necesitar los presupuestos del año que viene.- 
-Mmm, vas a necesitar autorización para eso.- le respondió Bianca.
-¿Autorización? ¿De quién?- preguntó sorprendido. 
–Supongo que de Matías. Son muy estrictos con la confidencialidad de los proyectos y como están incluidos los diseños en el presupuesto, muy pocas personas tienen acceso a ellos.- le explicó Bianca.  En ese momento sonó el celular de Martin, Bianca no pudo evitar ver la foto de la chica morocha, de escote prominente que apareció en la pantalla bajo la leyenda “Incoming call: Diana”.  
– ¡Qué agradable sorpresa!- dijo Martin en un tono jocoso al contestar. El haber nombrado a Matías le había recordado la forma posesiva con la que había tomado a Bianca en la sala de reuniones y a juzgar por la foto de familia perfecta que había visto en su escritorio durante un encuentro en su oficina, no eran precisamente marido y mujer. Un enojo repentino, lo llevó a exagerar la conversación con Diana, una amiga con la que a veces se divertía sin compromiso. 
–Sí, dale, ¿Hoy te parece bien? – Bianca estaba haciendo un gran esfuerzo por no mirar en la dirección de Martin. No podía creer que estuviera arreglando una cita en sus narices. Aunque sea por educación, pensó, debería haberse retirado un poco. Hoy Diana, mañana el escarbadientes del ascensor, este chico no perdía el tiempo. Había escuchado que estaba divorciado, en definitiva no debía rendirle cuentas a nadie. Entonces ¿Por qué le molestaba tanto?
Cuando hubo cortado la comunicación, Martin simuló terminar algo en su computadora, y comenzó a juntar sus cosas.
–Que tengas un buen fin de semana. Hasta el lunes.- le dijo y se alejó dejando a una Bianca malhumorada en la oficina.