Capítulo 3 - Primer día de trabajo

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Lexa Herman

Bajo de mi Jeep poniéndole seguro a las puertas. Por el reflejo del auto observo mi atuendo, completamente negro, por suerte este es un tipo de trabajo que queda de lujo, aunque siendo sincera el negro queda bien en todo.

Pantalón negro ajustado, botas que me llegan a la mitad de la rodilla de cuero con tacones, y una chaqueta negra que cubre mi camiseta del mismo color. Tengo el pelo suelto completamente lacio que me cae por la espalda, normalmente no lo utilizo de esta forma, pero hoy no tenía ánimo de hacerle ondas, además de que me levanté algo tarde para arreglarme. Gracias a mi madre y su buena genética, no necesito mucho maquillaje, solo uso uno natural, lo que sí suelo es ponerme pintalabios bastante llamativos, eso me gusta.

Tomo la llave de mi oficina en conjunto con una carpeta con algunos papeles, luego mi placa con mi nombre y, por último, mi carnet. Me acerco al enorme edificio que dice en grande "Fuerzas Armadas". En la puerta hay un dispositivo donde me indica que pase el carnet, lo hago y automáticamente las puertas se abren de par en par. Chillo de emoción en silencio, tampoco quiero pasar como una campesina.

Entro al edificio y lo primero que veo son unas señoritas muy bien peinadas susurrando entre ellas, tienen un uniforme como si de azafata se tratase; sin embargo, tienen en logo de aquí, LFA. Todas están sentadas en una recepción con computadoras bastante modernas.

— Buenos días.

— Buenos días — una de ellas se concentra en mí mientras me regala una enorme sonrisa —. ¿Cómo puedo ayudarle?

— Soy la nueva agente — le muestro mi carnet — Lexa Herman.

— Agente Herman — una tercera chica aparece sin dejar que la otra hable — ¡qué bueno que llego!

La observo de arriba abajo, ropa formal, figura normal, pelo amarillo claro, un corte por encima de las orejas y unos lentes que la hacen ver más vieja de lo que es. Es una mujer bonita, sin embargo, por su porte y ropa no incita a más que verla con algo de ternura y madurez, incluso estoy segura de que se ve mucho más vieja de lo que es. Y su ropa no la ayuda para nada, un vestido de cuadros verdes con una chaqueta y unos zapatos con un tacón que creo que no pasa de los tres centímetros.

— Hola — respondo un poco dudosa.

— Que bueno que llegó — Vuelve y repite. Se acerca a mí mientras me toma por un brazo, jalándome. Mientras caminamos se presenta — soy Cecilia, una de las secretarías del señor Wembley y próximamente de usted también.

— Un gusto conocerla, Cecilia — digo mientras camino con ella — voy a ir a mi oficina y...

— Eso no será posible en este momento, señorita — me interrumpe — debo llevarla a la reunión que ya comenzó — dice abriendo el ascensor y dándole al último piso —, de hecho va tarde y el señor odia mucho la impuntualidad.

— Pero esa reunión comienza a las nueve de la mañana — digo mientras observo mi reloj que me indica que son las ocho y media de la mañana.

— Señorita, son las nueve y media.

Señala el reloj que se encuentra sobre la puerta del ascensor que me indica que lo que me acaba de decir la chica es cierto. Rápidamente, busco mi celular en mi bolsillo trasero, notando que es cierto lo que me acaba de decir. Llegué media hora después, al parecer mi reloj se atrasó y yo, que venía muy confiada, de que venía media hora más temprano. Pongo la mano en mi frente. Muy bien Lexa, es tu primer día y ya llegaste tarde.

El ascensor se abre dejándonos en una oficina silenciosa, todos los que se encuentran aquí están trabajando, o en eso estaban, ya que cuando llegué todos concentraron su mirada en mí. Eso no me hace sentir importante, es común cuando eres nueva en un lugar, todo el mundo se fija en ti ya sea por curiosidad o por chisme.

INDELEBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora