Capítulo 17 - Fiorela Stone

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Dedicado a una personas que me da mucho animos de escribir.

Muchas gracias bella por leer la historia, me alegra que te guste. PaulinaBabi

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Alexander Wembley

Estaciono mi auto frente al enorme hotel de color azul con blanco. Observo cómo salen y entran personas con maletas y gente que se encuentra afuera conversando o hablando por teléfono, miro hacia arriba viendo cómo el lugar es bastante alto, más que el lugar donde trabajo, imagino que tiene que tener algunos veinte pisos. Decido no entrar al estacionamiento, así que me quedé al frente, busco mi chaqueta en el asiento trasero y antes de que pudiera abrir la puerta, mi teléfono suena llamando mi atención. Saco de mi pantalón el aparato que vibra y observo el número que, aunque no está registrado, sé quién es. Abro la llamada.

— Alexander — Dereck se escucha del otro lado — conseguí la información y me dijiste que te la diera automáticamente, la tuviera — explica — pero no sé si está ocupado y...

— Dime — tomo la chaqueta mientras salgo del auto.

— Pues por lo que descubrí esos golpes se los proporciona su padre — me explica — no es de manera frecuente, pero sí suele suceder — me dirijo a la recepción del hotel con el teléfono en mano — ella se interpone para que su padre no golpee a su madre.

Tan pulcro y respetado que se hace ver el agente Enmanuel Herman, y golpea a su propia hija y esposa.

— ¿Ella nunca lo ha denunciado ni nada por el estilo?

— No — responde — solo sé que empezó a partir de sus quince años y esa fue una de las razones por la que su hermano mayor decidió irse de la casa — explica — ella no suele hablar nada de eso. Encontré la información porque hablé con los vecinos y me dijeron que a veces él llega borracho, se escuchan peleas y al otro día ella sale con moretones. Incluso uno de los vecinos me contó que una vez salió con el ojo morado.

Aprieto la mandíbula, qué maldito. Aunque creo que tengo una idea por la cual ella no lo dice, he tratado con mujeres que son golpeadas por su marido y siempre son una de estas dos opciones. O le lavan el cerebro diciéndole que todo lo que le está pasando es por su culpa o la segunda sería que la tiene amenazada con algo importante.

— También descubrí que hace unos años iba a psicología — explica — pero no había mucho debido a que, solo fue a varias sesiones, porque también su padre la sacó, incluso hubo un escándalo por él, porque se está diciendo que uno de los jefes del ejército más prestigioso era un abusador — cuenta — pero ella misma testificó que eso era mentira, que él no la maltrataba.

— Pero lo hacía.

— No lo hacía — frunzo el ceño — lo hace, todavía lo hace. Aunque, como había dicho anteriormente, ahora son menos frecuentes.

Suspiro mientras paso la mano por mí cien. Ahora mismo no sabría qué hacer, ni siquiera intentar hablar con ella, ya que ella misma niega que lo hace. A mí misma me negó en mi cara que los rojizos que ella tenía eran golpes.

— ¿Eso es todo?

— Sí, es todo lo que pude averiguar — dice. Iba a colgar, pero su voz me detiene. — ¿Puedo preguntar por qué tanto interés en la chiquilla?

— No, no puedes preguntar — Cuelgo el teléfono.

No sé por qué las personas a veces están tan metidas. Me acerco a la recepción, donde se encuentran algunas señoritas trabajando en computadoras.

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