Capítulo 20 - Harper y Olson

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Lexa Herman

Abro los ojos lentamente mientras acostumbro a la luz de la habitación que entra por el enorme balcón, siento mi cuerpo agotado. Sonrío inconscientemente recordando lo que pasó ayer, también me da un poco de gracia el hecho de que vine solo para quedarme hasta que la lluvia parara y creo que hice de todo menos eso. Estiro un poco el brazo con el fin de encontrar un cuerpo fornido a mi lado, pero me encuentro con la sorpresa de que la cama está vacía. Me estiro un poco y me incorporo a la cama mirando hacia todos los lados, viendo que me encuentro totalmente sola en la habitación. Me levanto con la sábana tapando mi cuerpo desnudo. Busco en el closet, baño, balcón, en cada lugar que tiene este lugar sin resultado alguno.

Sí, estoy sola.

— Alexander — grito para ver si está aquí. Pero el silencio es lo único que recibo. — Hola — silencio otra vez.

Qué raro, ni siquiera sentí cuando Alexander se levantó y se fue. Miro la hora y veo que apenas son las siete de la mañana y el encuentro con los policías que no darán información es a las nueve. Rápidamente, busco mi ropa con la que llegué ayer, para así ponérmela e ir a mi habitación a bañarme y darme un cambio.

Básicamente, voy corriendo hacia mi pieza, por suerte está temprano y no hay muchas personas en los pasillos, básicamente nada más se encuentran los empleados del sitio. Llego a mi habitación y rápidamente me quito la ropa y entro al baño, y el leve dolor en mi abdomen se hace presente. Pero le hago caso omiso, tampoco en un dolor muy fuerte. Me coloco una ropa sencilla, unos pantalones de mezclilla ajustados, camisa blanca, unas botas y, por último, paso un cepillo en mi cabello dejándolo suelto.

Bajo la recepción, si no mal recuerdo, nos reuniremos fuera del hotel, para luego ir al restaurante a hablar de lo que sea que vienen a informarnos. Cuando llego afuera, ya duchada, peinada, con ropa limpia y planchada, encuentro que todos los necesarios para esta reunión se encuentran aquí.

Me acerco un poco al grupo que se encuentra conversando.

— Buen día — digo para todos y todo el presente me saludan.

— Llego algo tarde, agente — bromea uno de los agentes y me sonrojo un poco.

—Estuve ocupada anoche y me dormí tarde.

— ¿Por el caso?

Asiento — sí, por eso.

Cambio la mirada a Alexander, que se encuentra recostado de un auto negro, mientras utiliza su teléfono. Se ve tan fresco y guapo, con pantalones negros, botas trenzadas, camiseta blanca y su chaqueta de cuero negra, su cabello se encuentra despeinado y un poco húmedo cayendo por su frente. Como dije, muy guapo.

De manera sigilosa me acerco a él.

— Hola — le sonrío.

Despega un poco su mirada del teléfono unos segundos y me observa de arriba abajo, para luego volver a su teléfono con su típica expresión molesta.

— Hola — dice algo seco.

— ¿Cómo amaneciste? — vuelvo e intento establecer una conversación.

— Bien — responde algo mordaz.

Lo observo un tanto extrañada, ¿qué se supone que le pasa? Está peor que cuando lo conocí.

Miro sus manos tapadas por sus típicos guantes, me sorprende que una persona como él, que no le importa lo que piensen los demás, se tape una cicatriz. ¿La tuvo anoche puesta? No lo note.

— ¿Sucede algo?

— ¿Debería? — pregunta de manera retórica.

Sus ojos verdes me miran algo raro, no lo sé identificar, como si esperara a que le dijera algo más.

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