Capítulo 37 - ¿Que hacer?

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Lexa Herman

Dejo la carpeta nuevamente en el lado izquierdo viendo el montón que me queda del lado derecho, dejo salir un enorme resoplido, ahora que estoy de nuevo en el ejército, pero no en un puesto tan importante, eso lo venía venir, mi padre es el jefe de este lugar, me tiene ordenados casos viejos, no sé para qué demonios, si estos casos están resueltos y dentro de unos meses lo van a triturar, pero creo que es una forma de ponerme a hacer algo, para que no pueda quejarme.

La puerta de mi oficina se abre.

— Buenos días, Lexa — entra el hombre que dice ser mi progenitor.

— Buen día.

Respondo, pero noto que pone un momento de hoja nueva sobre el montón que me falta, dejo salir un gruñido, se pueden imaginar quién fue que me puso en este lugar.

— Más trabajo para que tengas algo que hacer — me dice y sé que lo dice de mala manera — y no siente inservible.

Giro los ojos, pero sigo haciendo lo que hago.

— Sabes, Lexa — dice devolviéndose —, todavía no comprendo cómo fue que Mishael Aslan se te escapó.

Dejo salir un gruñido.

— ¿Cuántas veces tengo que decirlo? — escupo mientras sigo mirando un documento, aunque prácticamente ni lo estoy leyendo.

— Dilo una última vez — dice —, quiero analizarlo.

Cierro la carpeta.

— Me descubrió, así que tuvimos un enfrentamiento — cuento la historia que he mantenido en todo momento — cuando le disparé, cayó inconsciente, así que espere unos minutos y revise su pulso, pensé que estaba desmayado — sigo contando firme a pesar de que sus ojos me juzgan como si fuera el mayor criminal de la historia — como él había roto mi micrófono, baje a buscar refuerzos, y bueno, sabes el resto cuando subimos.

Me miro unos segundos, y me estoy comenzando a hartar.

— Increíble — dice con cierta ironía —, tienes la fama de ser la mejor en lo que haces, pero este delincuente justamente se te escapa.

— Bueno, para todo hay una primera vez.

— Pero es que es ilógico cómo se te ocurrió dejarlo solo ahí.

— Pues supuse que estaba desmayado, lo menos que pensé que estaba fingiendo — sus ojos no me hacen bajar la mirada en ningún momento.

— No será — hace un breve silencio — que bajaste para darle tiempo a escapar o...

— ¿Qué demonios insinúas? — arrugo las cejas.

—Qué tú lo dejaste escapar — golpea la mesa.

Últimamente, me estoy cansando de toda esta mierda con este hombre, no sé qué demonios le pasa conmigo, pero tengo demasiadas cosas encima para soportarlo.

— Pues si no me crees, ve, revisa las cámaras — muevo la cabeza.

— Estaban apagadas.

— Pues entonces te tocara creer — enarco una caja mientras que me dejo caer en la silla.

Asiente con la cabeza lentamente, pero entonces, en un acto imprevisto de movimiento, me toma del cuello y me levanta de la silla bruscamente, aprieta más de la cuenta y el aire se corta, creo que está dispuesto a matarme.

Se acerca a mí lo más que puede y susurra.

— Si estás involucrada en esto, te voy a descubrir y lo vas a pagar.

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