Capítulo 27 - Olvidarme de ella

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Alexander Wembeley

Estos últimos días han sido difíciles. Básicamente, me vi obligado a que ella tomara un tiempo de reposo después de lo que ocurrió; es mejor que evite el estrés del trabajo. Ella no estaba de acuerdo, pero tengo autoridad sobre ella y, en esencia, soy su jefe directo, así que tuvo que acatar mi decisión.

Sin embargo, desde nuestro último encuentro, ella no ha respondido a mis llamadas ni mensajes. Cuando amenazó con que no volvería a hablar conmigo, no lo tomé en serio, ya que siempre ha sido una persona muy habladora. No tenía idea de que podría durar ni siquiera diez minutos sin decir una palabra. Pero sorprendentemente, me ha ignorado por completo, como si no existiera. No he sabido nada de ella desde el día en que vino a visitarme cuando se fue su amigo.

No me importa si se siente molesta; ese supuesto jefe no debería haber actuado de esa manera. Ella estuvo a punto de morir simplemente porque no tenía un arma, y estoy seguro de que si la hubiera tenido, nada habría sucedido. Lexa es bastante hábil con las armas, entre otras cosas.

Relajo un poco mi cuello. He estado un poco estresado estos días. Ahora, pensándolo bien, creo que Lexa me ayuda más de lo que pensé en el trabajo. Y ni hablar de esos malditos informes que debo terminar.

— Señor Wembley — el teléfono prende una luz roja. — Ilis y yo ya casi nos vamos, ¿necesita algo más?

Iba a negar, pero recordé — ¿Han sabido algo de Lexa?

— Sí, señor — paro de escribir — hablé con ella hace diez minutos, ella siempre está pendiente de todo desde su casa.

Esa maldita, yo tengo toda la tarde intentando comunicarme con ella.

— Bien, podrías llamarla y decirle — que si no me toma la llamada iré a ahorcarla — que necesito hablar con ella, es urgente del trabajo.

— Está bien, señor.

Cierro los ojos con fuerza. Tratando de aliviarme. Cinco minutos después, la luz roja vuelve y se enciende.

— Señor, ella dice que cualquier cosa que necesite, que se lo deje conmigo.

Dejo salir el aire desde el fondo de mi cuerpo. Esta mujer me va a volver loco.

— Dile que me llame ahora mismo.

Hija de puta. No comprendo por qué las mujeres se complican tanto la vida. Ni siquiera estoy seguro por qué está tan molesta. Su amiguito hizo algo malo y mi deber como jefe es recriminarle, no sé por qué cree que lo hice por celos o de forma personal. A mí me importa más un palo que ese pelele.

El teléfono se ilumina, y dejo de hacer lo que estaba ocupado para tomarlo. Sin embargo, me detengo por un momento. ¿Qué me está pasando? Me siento como un maldito adolescente. Niego con la cabeza y finalmente decido contestar, justo cuando suena por segunda vez.

— Hola.

— Alex.

Giro los ojos — Chelsea.

— Vaya manera de saludar a tu esposa.

— Estoy un poco estresado — acaricio el puente de mi nariz.

— Lástima que no estoy allá para ayudarte con eso — me quedo en silencio. En este momento, agradezco que ella no esté aquí ahora mismo.

— ¿Qué tienes para informar del caso?

La escucho suspirar cansada desde aquí —nada, no hay nada hasta ahora, pero cualquier cosa, yo te llamo para avisarte.

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