Capítulo 12 - Encerrados 1/3

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Lexa Herman

¿Cuántos años me darán en la cárcel por acoso? Digo, llevo la mañana completa observando a Alexander como una maniática. Realmente no sé si se ha dado cuenta o simplemente lo noto y me está ignorando. Pero tengo una excusa válida, tengo una sensación de preocupación por él, lleva la mañana completa un poco desanimado y con una extraña expresión, y no es la típica de que odia a todo el mundo, sino como una cansada y desanimada.

Se ha mantenido con los ojos cerrados y recostado. Eso sí, ya incluso llegué a pensar que estaba muerto, pero me dio entender lo contrario cuando hizo un movimiento brusco que parecía que estaba mareado. Tengo casi una hora preguntándome a mí misma si voy o no, debido a que no me siento con la confianza. Sin embargo, desde aquí puedo ver que está agotado y cansado. ¿Será que le pasa algo?

Ya después de un rato, él mismo se levanta de su asiento con dirección fuera de su oficina. Así que yo aprovecho y también salgo de la mía, no sé qué es lo que voy a hacer, pero eso es lo que mi instinto me dice. Al parecer no calcule la velocidad en que iba y automáticamente al salir de la oficina choqué con él. Por suerte él me pudo sostener y yo al mismo tiempo me sostenía de él. En mis manos sentí lo caliente que está la piel de su brazo, así que me tomé el atrevimiento de palpar su frente para determinar si es solo su brazo o si él tiene fiebre.

— Dios mío, Alexander, estás ardiendo en fiebre — Expreso con cierta preocupación. Sabía que él estaba pasando algo, no era normal la expresión que tenía toda la mañana.

— Sí, creo que tengo fiebre —dice un poco burlesco, alejándose un poco de mí y con una expresión de dolor en el rostro.

— ¿Estás bien? ¿No deberías ir al hospital?

Cierra los ojos fuertemente — te dije que odio los hospitales — me recuerda — Solo tengo que ir a mi casa a acostarme.

Sin dejar que yo le responda, se va dejándome con la palabra, la boca y con la más preocupación. No sé por qué siente esa sensación, pero me preocupa que esté solo. No sé si tiene madre, claro, es lógico que tiene mamá, pero me quise referir a que no sé si su madre está aquí para atenderlo y por lo que sé, no tiene hermanos y de su padre ni se diga, así que básicamente me atrevo a decir que es él solo.

No debería meterme, no soy nada de él, simplemente somos compañeros de trabajo, pero aun así eso no quita mi preocupación. Lo que estoy a punto de hacer no me concierne, sin embargo, ahora mismo no me importa, necesito quitarme esta preocupación que ni siquiera sé por qué lo siento.

Aunque al principio dure unos segundos dudando si hacerlo o no, al final saqué mi teléfono y desbloqueándolo automáticamente, voy a contactos y busco el número del rubio. Le doy a llamar y luego de 2 pitidos el teléfono se abre.

— Hola.

— Hola, preciosa —. Se escucha la voz de Masón sobre una música que creo que es ¿bachata? — ¿Cómo estás?

— Todo bien por aquí — respondo — Y me imagino que estás genial dónde estás.

— Claro que estoy genial. Me encanta este país en especial, las mujeres y su música — si no mal recuerdo creo que Mason está en República Dominicana, una pequeña isla del Caribe— Estoy considerando seriamente quedarme a vivir aquí.

Me río por el entusiasmo que se escucha claramente en su voz. Sí, había escuchado anteriormente que era un país muy divertido y jocoso que se disfruta. Yo nunca he ido, pero creo que tomaré en cuenta ir a visitarlo un día de estos.

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