Capítulo 6 - Pareces estupida

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Denle mucho amor plisss


Lexa Herman.

Es bastante reconfortante ver a mis antiguos compañeros, me doy cuenta de lo mucho que me hacen falta. No es que me queje de donde estoy trabajando ahora, realmente ellos son amables y también son muy buenos compañeros a excepciones de algunos claros. Sin embargo, no es lo mismo, yo tenía varios años trabajando en el ejército y ya había hecho más de una amistad con las personas de aquí, ya me había acostumbrado a ellas.

Por suerte mi padre se encuentra de viaje, es suficiente con tener que aguantar sus insultos y miradas desaprobatorias en el hogar, no quería tener que hacerlo aquí.

— Buen día, agente de las fuerzas armadas — bufa, Daniel, un oficial de primer rango.

— Buen día, idiota — le doy una gran sonrisa.

— ¿Vienes a ver a Dasha?

Asiento — ¿Cómo lo sabes?

— Por el jugo de naranja.

Sonrió, recordando la típica costumbre mía y de ella de comprar cosas que le gustan a la otra para intercambiarlas.

— ¿Sabes si llego?

Asiente — sabes que ella le encanta llegar temprano.

— Pues voy a pasar a su oficina — él asiente — pasa un lindo día — grito.

Él me grita algo devuelta, sin embargo, no logro escuchar lo que me quiso decir. En el camino las caras conocidas y los saludos son abundantes, incluso me siento como un presidente cuando estamos en época de elecciones presidenciales. Como sé de memoria, el camino hacia la oficina de la rubia, ni siquiera me toma mucho tiempo en llegar. Le doy un toque a la puerta y, cuando escucho que tengo permiso para pasar, abro la puerta.

— Hola.

Paso a su oficina y el olor a fruta entra por mis fosas nasales. Dasha se le nota que siempre fue una niña, diremos que algo fresa. Lo noto por su oficina de color rosado claro y decorada con hojas de árboles de plástico y algunos cuadros de ella, su familia y su perrito Tomy.

Tomo asiento frente a su escritorio y la veo muy concentrada en su computadora. Su cabello se encuentra en dos coletas amarradas abajo que la hacen ver tierna, incluso con menos edad de la que tiene. Como dije una niña fresa.

Cuando por fin cierra la computadora y se concentra plenamente en mí, me regala una gran sonrisa que yo le regreso por igual.

— Te traje jugo de naranja — le enseñó el vaso rojo relleno de jugo frutal.

— Yo también te guardé tu café — saca un vaso blanco de cartón, de donde sale un hilo de humo indicando lo caliente que está.

Hacemos el intercambio de vasos y yo automáticamente le doy un sorbo a mi vaso dejando que el sabor a cafeína inunde mi boca.

— ¿Qué tienes para mí?

Busca en su gaveta una pequeña carpeta de color rojo, comienza a sacar algunas hojas para luego ponerla en la mesa. Hay muchas letras y varias imágenes de diferentes personas, hombres y mujeres, y se supone que todas son posibles sospechosos.

— Como podrás notar — comienza a indicarme mientras ordena las hojas — no solo encontré imagen, sino que encontré más de una — me informa — más de la que quería encontrar.

— ¿Quiénes son todas estas personas? — le pregunto mientras miro todas las imágenes.

— Primero lo que debes saber es que estas personas, ya sea hombre y mujer, tiene personas dando la cara en vez de él o ella — explica.

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