Capìtulo 57 - Trato Hecho

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Lexa Herman

Me atrevo a decir que entre las tres peores sensaciones que el ser humano puede sentir está la ansiedad. A veces la ansiedad te provoca el no poder dormir, comerse las uñas o en mi caso comer más de la cuenta, y si le sumamos a que tengo una persona en la panza, otro ser humano, estoy que como un animal... Voy por mi séptima rebanada de pizza y si soy sincera tengo la misma hambre que cuando comencé a comer.

Tomo otra rebanada de pizza y me la llevo a la boca. Todos los hombres me miran, incluido a Alexander, Mason. Siento como si la molestia llegara a mi cabeza.

—¿Qué diablos me ven? — grito y todo el mundo, excepto Alexander y Mason, voltean sus caras y fingen ver otra cosa...

Malditos, ¿Qué demonios es lo que me ven? Tengo hambre y no quiero que me molesten.

—Lexa, deberías dejar de comer — dice Mason mirándome como si fuera un extraterrestre — vas a explotar.

—¿Y hay algún problema con eso? — me levanto de golpe del asiento, mirando mal al rubio.

—Nena, cálmate — ahora el que habla es Alexander.

— Solo decía — levanta sus manos en forma de paz — solo es que... — mira mi abdomen— pareces que has comido mucho; tiene el abdomen bien redondo.

Mi piel se eriza, y la sangre que corre por mis venas se siente fría. Cuando los ojos verdes bajan a mi abdomen y lo mira por unos segundos frunciendo el ceño, me siento de golpe en la mesa.

—¿Me estás llamando gorda? — grito — sabes que ya no quiero más.

Me levanto de la mesa por segunda vez, dirigiéndome a la casa. Suspiro; rápidamente voy a la habitación y me paro frente a un espejo y levanto mi blusa. Y, por cierto, mi abdomen plano está tomando una forma redonda; no fue como dijo la doctora que las primerizas a veces duran mucho; aparentemente yo no duraré tanto. Apenas dos meses, y ya mi estómago está redondo; no creo que lograré ocultarlo por mucho tiempo.

Muevo la cabeza; no sé qué me abruma más: el hecho de que no sé todavía cómo decirle a Alexander que estoy embarazada o el hecho de que todavía no he podido saber nada de mi hermano. Espero que esté vivo todavía.

Anoche pensé en algo en un plan, más que en un plan es un sacrificio; lo quería hablar con Alexander, pero eso es otra cosa que no tenía idea de cómo se lo diría, no creo que él vaya a aceptar, y si él no lo hace tendré que buscar una manera de hacerlo por mí misma, porque si mi hermano todavía está vivo tengo que sacarlo de ahí antes que pase lo peor.

La puerta se abre, y rápidamente bajo mi camisa, tapando mi abdomen... Tendré que comenzar a usar ropa más grande; quizás eso me ayude a disimular la barriga por un tiempo. Aunque con Alexander queriendo sexo cada media hora eso se me hará algo imposible.

— Quiero hablar contigo —digo antes de que pueda decir cualquier cosa.

—¿De? — dice algo coqueto.

— Pues estaba pensando en un plan para sacar a mi hermano.

Coloca las manos en mi cadera para pegarme a él; sobre su ropa huelo su rica fragancia.

— Te escucho,

— Pues ayer Braulio nos dijo la condición para sacar a mi hermano de ahí — digo algo dubitativa — creo que yo podría...

Me da besos en el cuello, pero se detiene algo brusco; sus ojos suben a los míos, pensando un segundo.

— No estarás pensando entregarte con Braulio.

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