Lexa
— Aquí está tu boleto — mi amigo me lo extiende — eres la única loca que se atreve a comprar un boleto sin saber el destino.
Sí, y así lo hice. Lo compré y no vi a dónde se dirige; quiero que sea sorpresa.
Sé que es un poco alocado lo que voy a hacer, sin embargo, tengo la oportunidad.
Cuando fui al banco, todo lo que me había prometido Braulio era cierto. Me dio diez millones de dólares, y si le sumamos a unos ahorros que tenía, más herencia de mi madre, porque sí, mi madre venía de una familia pudiente, más que la de mi padre.
Mucho tiempo después de su muerte, su abogado se contactó conmigo y me dijo que mi madre nos había dejado su herencia a mí y a Nate. En ese momento se me salieron las lágrimas.
Mi madre me dejó una carta donde me pedía perdón, bueno, a ambos porque puso muchas veces a nuestro padre por encima de nosotros y por primera vez hizo algo sin incluirlo. Todos sus bienes estaban a nombres de nosotros, solo le había dejado el auto y la casa a mi padre. La carta decía que por lo menos esperaba que ese dinero le sacaramos provecho.
Está de más decir que Nate ni siquiera fue a la lectura del testamento. Muchas veces el abogado lo llamó, pero después de que ocurrió cuando lo secuestraron, él le dijo al abogado que no le interesaba nada, que no lo volviera a llamar y así toda la herencia quedó en mis manos... Tengo dinero para vivir por los menos cinco años sin trabajar.
Cosa que no haré, ya que mucho de ese dinero voy a guardarlo en una cuenta para que cuando mi bebe nazca no le falte nada.
— Te voy a extrañar mucho, Angelo — lo tomo del cuello y lo abrazo — gracias por todo lo que has hecho por mí.
— Sabes quién siempre voy a estar para ti — dice cuando se aleja — y sabes que cuando quiera volver a mi casa siempre estará para que te quedes.
Solo le sonrío y asiento. Dudo mucho que vuelva a este país. Ya nada me ata aquí. Sé que la tumba de mi madre está aquí, pero ya entendí lo que me decía Alexander, sé que esa nada más es una pila de tierra, mi madre está en mi corazón y ahí se quedará por lo que me resta de vida.
— Muchas gracias, Lili, a ti también — ahora paso a la esposa de mi amigo. Que fue de gran ayuda y una muy buena amiga.
— Sabes que yo también te quiero mucho — le doy un abrazo que ella recibe gustosa.
—Bien, es hora — digo y las ganas de llorar aumentan — ahora Angelo me hará un último favor.
— Claro, dime.
— Vas a abrir el boleto, verás a donde es mi destino y me guiará a la puerta del avión.
— ¿Y cómo harás cuando el avión diga el destino?
— Voy a ponerme mis audífonos cuando entre.
Se ríe y así lo hace. No voy a negar que la ansiedad me estaba matando cuando vi que abrió el sobre y puso una enorme sonrisa. Me guió hasta la puerta del avión donde aparentemente ya estaba abordando. Me despedí por última vez y me coloqué mis audífonos para entrar al avión, lista para comenzar mi nueva vida.
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Cuando siento que todo se mueve de manera muy brusca, me levanto muy exaltada. Incluso dolió cuando abrí los ojos muy rápido.
— No te preocupes, niña — dice la señora que viene sentada a mi lado — solo son las turbulencias del avión.
Asiento mientras tomo un poco de aire. Cierro los ojos de golpe y vuelvo y los abro, dirigiendo mi vista hacia la ventana del avión. Todavía no se ve civilización, solo nubes blancas. Quisiera sacar mi mano y poder tocarlas, aunque no creo que sean palpables.
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INDELEBLE
Ficção AdolescenteLexa Herman, tan solo con 24 años, tiene una carrera impecable en el FBI, lo que causó que en poco tiempo la ascendieran al último escalón de la fuerza policial, "Las Fuerzas Armadas" Muy emocionada por subir de nivel, se enfrenta a resolver casos...