Lexa Herman
Bajo la escalera de mi casa hasta el primer piso, arrastrando los pies, como hago todos los días desde que me levanto. El olor a chocolate caliente inunda mi nariz haciendo que sonría. Amo cuando el desayuno es dulce. Me dirijo a la cocina, donde mi madre está con su típico delantal preparando el desayuno, y mi padre se encuentra sentado en la mesa leyendo el periódico. Frunzo el ceño. ¿En estos tiempos todavía se encuentran periódicos? Tenía mucho sin ver uno.
— Buenos días, linda — la voz de mi madre me hace girar a mirarla — te hice chocolate.
Emocionada como una niña pequeña, tomo asiento en la mesa. Eso ni siquiera hizo que mi padre levantara la mirada, simplemente me ignoró.
— ¿Cómo te sientes?
— Me siento bien, mamá.
Sus ojos marrones me repasan de arriba abajo, mientras se acerca con la taza que bota humo blanco de ella. Acabo de notar que no tengo una pijama puesta como siempre, llevo todo el tiempo cuando estoy aquí.
— ¿Vas a salir? — Se sienta a mi lado. Eso sí, hace que mi padre me mire unos segundos.
—Sí, iré a dar una vuelta con una amiga — miento, no le diré a mi madre que voy a ir a las Fuerzas Armadas, literalmente después de mi ataque se niega a que siga trabajando ahí.
— Qué bien — su rostro se relaja, dejándome saber que la convencí — nena, quería preguntarte — espero su pregunta — ¿Qué relación tienes con ese tal Alexander?
Me atraganto con el líquido, quemándome un poco la garganta.
— Ninguna — respondo — solo es mi jefe.
— Se veía muy preocupado en el hospital y los jefes no duramos dos días pendiente a un simple empleado — habla por primera vez mi padre desde el momento que estoy aquí — no será que estás, de otra manera, con él.
Niego — no, lo que sucede es que no todo el mundo es un amargado que solamente piensa en sí mismo.
Es irónico que diga eso, ya que Alexander realmente es así, pero claro, eso mi padre no lo sabe.
Con sus ojos azules me da una mirada desaprobatoria y molesta, pero lo ignoro volteando nuevamente a mi madre, que sigue haciéndome preguntas sobre él. ¿No fue suficiente con el interrogatorio que le hizo a Alexander? Me sorprendió el hecho de que él se quedó y respondió todo lo que le preguntó mi madre. Conociendo su actitud, supuse que en algún momento se pararía, se iría y la dejaría hablando sola.
— Nada más se preocupó, porque soy parte de su ejército, cualquier cosa que me sucediera, él tiene que hacerse responsable.
El claxon de un auto me alerta de que es hora de irme...
— Mamá, me voy — me levanto y le doy un beso en la mejilla — nos vemos en un rato.
Salgo de la casa y una jepeta Cheroky, último modelo de color roja, está frente a la casa. Me subo en el auto, y la chica rubia de ojos azules claros me da una enorme sonrisa haciendo que se achiquen sus ojos.
— Buen día — saluda la rusa.
— Hola, Dasha — cierro la puerta, para que ella arranque el auto.
El día se encuentra muy nublado, me encantan estos días, pero no justo ahora que estoy fuera de mi casa. Se supone que debo de tener unos días tranquila y sin estrés, pero me estaba cansando de estar en la casa sola, ya me estaba volviendo loca. No estoy muy acostumbrada a estar mucho tiempo sin compañía y eso no me gusta para nada.
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INDELEBLE
Teen FictionLexa Herman, tan solo con 24 años, tiene una carrera impecable en el FBI, lo que causó que en poco tiempo la ascendieran al último escalón de la fuerza policial, "Las Fuerzas Armadas" Muy emocionada por subir de nivel, se enfrenta a resolver casos...