Capítulo 60 - Huele a traición

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Alexander

— Jefe, no encontramos nada extraño — me dice Davy, aunque todavía tiene los ojos puestos en todas las pantallas.

— No entiendo — susurro para mí.

Todavía no comprendo cómo es que alguien ha logrado infiltrarse en mis tierras. Están altamente protegidas, no solo por los hombres que están completamente armados, también con los campos de seguridad. Si a eso le sumamos los drones que están en los aires vigilando y la puerta que tiene sensor de movimiento, si alguien entrara yo me hubiera dado cuenta.

Sé que el disparo de Lexa fue en un punto ciego, pero para llegar ahí hay que pasar por las cámaras y acabo de revisar y no veo nada fuera de lo común. Sí, vi cuando ella entró por la puerta, pero entró sola. La única manera de llegar a ese punto y no ser visto, es si esa persona hubiera estado aquí dentro, ¿y si lo estaba?

— Dile a Derek que doble la seguridad — ordeno — y que si ven algo extraño que tiren a matar.

—Cómo ordene.

Salgo del cuarto de seguridad con la duda en mi cabeza; nadie ha podido infiltrarse sin que al menos uno de mis hombres lo haya visto, y menos si es uno solamente.

Pero eso no se quedará así, me enteraré de quién lo hizo y le voy a volar los sexos.

Salgo del cuarto de seguridad y automáticamente los ladridos entran en mis oídos. El pitbull de Lexa. Me dirijo a la sala mirando desde arriba el espectáculo. Lexa corretea al perro por toda la sala, mientras que él la persigue entre los muebles y el adorno. Algo en mi abdomen se aprieta.

Cuando tenía quince años, mi madre murió y mi papá se la pasaba en su despacho todo el tiempo, así que ese dolor de la pérdida de mi madre tuve que pasarlo solo o al menos un tiempo, pero eso no fue, por tanto, ya que mi tía Anahi tuvo la gran idea de regalarme un perro. Era un doberman. Ese canino llegó a mi vida, me ayudó bastante a superar ese dolor y me ayudó a no sentirme tan solo. Aunque lamentablemente 12 años después murió de vejez.

Por eso decidí regalarle uno a Lexa, aunque fue un pitbul. Siempre noté que si no era conmigo o con Mason, estaba sola y la estaba viendo decaída. No quiero dejarla trabajar conmigo y tampoco voy a hacerlo, aunque Lexa crea que es lo suficiente para estar en la mafia; sinceramente no lo es aunque ella se empeñe en demostrarme lo contrario; de eso sé yo que fui alguien que se ha criado en ella. Aquí no sobrevive todo el mundo.

Lexa no sabe lo que es el peligro realmente. Ella fue criada en una casa protegida y quería, aunque solamente fuera con su madre. Ella no sabe lo que es esconderse porque te están buscando para matarte, tener personas deseando tu muerte y haciéndote la vida imposible, por simple status. No sabe a lo que se enfrenta. A ella le enseñaron a atrapar criminales, no a convivir con ellos. Y eso me lo da a demostrar cada vez que se mete en problemas por cualquier estupidez.

Ella no sabe que está cavando un hoyo donde ella se está enterrando y cada día se me hace más difícil sacarla de ahí.

Soy egoísta. Porque sé que lo mejor sería que yo la deje ir, no la incluya más en este mundo... Pero la paz que hace tiempo no sentía ella simplemente con su presencia me la está dando y es una cosa que no estoy dispuesto a dejar ir. Aunque sé que en parte soy culpable de muchas de las cosas que a ella le están sucediendo. Sabía de sobra que esto sería así desde el momento que ella decidió o mejor dicho se vio obligada a tener que vivir conmigo y aun así no la detuve ni siquiera le advertí.

Y aunque sí considere que sería bueno quizás dejarla trabajar fuera de mis cosas, después de lo que ha pasado con Braulio, tengo que tener los ojos sobre ella. No le temo a Braulio, pero sé lo siniestras que pueden llegar a ser sus venganzas.

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