Capítulo 1 - El ascenso

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Lexa Herman

— Oficiales, ¿listos? — preguntó por el micrófono cuando tenemos el objetivo en la mira.

— Listo, posición uno.

— Listo, posición dos — escucho una voz diferente.

— Listo, posición tres — responde la última voz.

— Bien, listo, voy a entrar.

Aliso mi pantalón y coloco mi arma en su estuche, colocándola lo más disimulada que se pueda. Camino hacia el callejón mientras arreglo mi coleta. Hay algo que he notado en el transcurso de mi vida: cuando me hago una cola alta y me pongo mucho rubor, me veo mucho más joven de lo que soy y paso desapercibida.

Entro al callejón y unos minutos después entra él, un chico, con un maletín en las manos. Está vestido totalmente oscuro, con un abrigo con la capucha encima, tapándose la cabeza, en conjunto con sus lentes que no dejan mucho que ver, apenas puedo ver su nariz y labios de color rosa oscuro.

Me recuesto contra la pared, esperando a que sea él quien se acerque a mí, y así lo hace.

— Hola — me dice —, ¿tú eres Daniela?

— Esa misma — le sonrío mientras me despego de la pared —, ¿tienes mi pedido?

— Sí — responde —, aquí lo traigo. — Me enseña el maletín con mi nueva computadora.

— Muchas gracias — le sonrío mientras pongo una sonrisa tímida —, la necesitaba urgente.

— Sí, y aquí la tienes. — Me extiende el maletín.

— Aunque no comprendo por qué querías que nos viéramos en este callejón.

— Medida de seguridad — me mira como si fuera una completa idiota —. Si alguien te ve con esa computadora, podría ir detrás de ti y robarte.

— Cierto, muy inteligente — me toco la cabeza —, ¿puedo revisarla?

— Claro, pero sé rápida y, si puedes, dame el dinero.

— Bien, lo hago rápido.

Abro el maletín, veo la caja de la computadora y aparentemente sí es buena y original. La miro unos segundos y pongo cara de que no comprendo mucho sobre la computadora.

— Dame el dinero, niña — lleva un poco de prisa.

Suelto una risa. Niña, quizás lo menos que se imagina es que es probable que yo sea mayor que él.

— Solo una última pregunta — lo miro —. ¿Cómo se llama el programa?

— ¿Qué programa? — pregunta algo confundido.

— El programa que utilizas, para que cuando tus víctimas compren la computadora puedas observarlas, tomarle fotos inapropiadas y luego sobornarlas.

Él me mira como si me estuviera volviendo loca.

— Lexa Herman, agente del FBI.

Se echa a reír.

— ¿Tú no tienes como quince años?

Entonces, cuando saco mi identificación, su sonrisa se borra.

— Mierda — y en ese momento comienza a correr.

— Como era de esperarse, comenzó a correr — informo por el micrófono —, atrápenlo.

Y comienza la persecución, a correr los tres policías detrás del chico. Al menos yo no tengo que correr; buen día para usar mis tacones. Me coloco en la entrada de unas casas, ya que antes de venir analicé este lugar. Tiene muchos callejones, pero solo tiene una salida a la urbanización, así que sé que va a salir por aquí en algún momento.

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