Capítulo 36 - Se escapo

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Lexa Herman

Muevo mi pie bastante nerviosa chocándolo con el suelo, creo que terminaré haciendo un hoyo en el suelo; básicamente estoy temblando y sudando, a pesar de que el aire acondicionado del lugar está a su máxima potencia. No sé cómo fue que me presionaron para que hiciera esto. Mis ojos se aguaron, pero no de llorar, sino de incomodidad.

Este es un restaurante de etiqueta formal; había escuchado de él en algunas ocasiones. Es uno de los más exclusivos de la ciudad, incluso aunque te estés quedando en el hotel, tienes que pagar un dinero extra para entrar. Al principio, estaba dudando de mi atuendo. Me puse un pantalón de cuero negro, unas botas con un tacón muy fino, una blusa formal y una chaqueta de cuero sobre ella. Quise optar por un vestido, pero con todas las herramientas que llevo encima para esta misión, llevarla debajo de un vestido sería incómodo y riesgoso.

Al principio, me preocupaba un poco que me iba a ver muy diferente ante las personas del lugar; sin embargo, me llevé la sorpresa de que el restaurante está totalmente vacío. Soy la única que se encuentra en él. Por supuesto, estoy en una mesa del centro un poco más elevada que las demás; es como si fuera una mesa de honor. Está decorada finamente con su cubertería de oro que brilla y con una decoración impecable y pulcra. No sé cómo él logró reservarlo tan fácil; digo, porque lo llamé ayer y ya hoy tenía el restaurante.

— Señorita — la mesera se coloca a mi lado — ¿No quiere nada de entrada?

Niego — No, esperaré a que llegue mi acompañante.

— Bien, señorita — ella me sonríe amablemente — ¿Y quiere una botella de vino?

Niego — No, gracias. Si la necesito, yo la solicito.

— Está bien, señorita.

Vuelve y se retira. Miro la botella de vino que solo le queda medio vaso. Tuve que pedir una para calmar mis nervios. Que están a flor de punta.

— Lexa — la escucho por el micrófono. No sé quién diablo me está hablando — Aslan se está bajando de su auto, prepárate para ejecutar el plan.

Sí, recuerdo el plan. Sé que debo drogarme e intentar que él mismo se entregue. Lo haré poniendo una droga que me entregó el ejército, calificada para este tipo de cosas, en su vaso para que pase más desapercibido. Y plan B, si no se logra porque algún hombre interfiera, debo tratar de que me diga dónde se está quedando o viviendo.

Este plan es demasiado fácil, eso significa que probablemente no vaya a salir bien.

No es la primera vez que hago esto. Quizás sea lo mejor para poder sacarlo totalmente de mi vida. Cuando veo que todos los empleados comienzan a moverse hacia la puerta, eso me da luz verde para indicar que Alexander acaba de llegar, y mi corazón se acelera a mil. Mía tenía mucha razón; no es lo mismo decir una cosa que ejecutarla. Ayer estaba muy segura de que lo entregaría, pero ahora mismo solo quiero salir corriendo del lugar.

No quiero ser yo la culpable de que le pase algo.

Ahora veo a Alexander hablando con la señorita, que se ha mantenido atendiéndome en lo que estoy aquí. Susurra algunas cosas, hasta que él gira la cabeza y sus ojos se conectan con los míos. La electricidad corre por mi columna vertebral. Él se dirige hacia mí, con su paso decidido y sin quitar su mirada de mis ojos. Yo lo escaneo de arriba hacia abajo, y es increíble ver que, aunque estoy viendo a la persona con la que trabajé por varios meses, no lo veo de la misma manera. Ahora se ve más empoderado e incluso ahora sí es verdad que impone miedo. Con su vestuario como siempre, de colores oscuros, pero ahora se ve más varonil y temerario. Incluso tiene un pequeño crecimiento de barba que lo hace ver más guapo y maduro, y su cabello no está tan desordenado como antes. A pesar de todo eso, está aún más guapo que antes.

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