08

981 123 8
                                    

Cuando volví en mí todo lo que podía ver eran cuerpos apilados unos sobre otros, mis manos estaban llenas de sangre por mis nudillos rasgados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando volví en mí todo lo que podía ver eran cuerpos apilados unos sobre otros, mis manos estaban llenas de sangre por mis nudillos rasgados. Miré asustado a mi alrededor, mi corazón latía a mil y esa sensación agobiante me consumía.


¿Dónde está él?


A unos pocos metros de mí había un hombre que me miraba exaltado, su boca estaba abierta y respiraba con dificultad. Parecía estar cansado de golpear a los hombres que estaban a sus pies, de pronto, miró en dirección a dos siluetas más.


Mi corazón dio un vuelco.


Allí estaba Felix, pálido y cubierto de sangre, era sostenido en los brazos de un delgado chico de cabellos cafés. Corrí dando grandes zancadas hacía él, la mano del chico pelinegro me detuvo —Jisung lo ha ayudado, ni te atrevas a hacerle nada. —Su voz era amenazante.


Gruñí y lo aparté a un lado para seguir, no tenía tiempo para esto. Cuando llegué el chico que parecía un omega me miró asustado. —Está inconsciente, he cubierto todas sus heridas, pero la más preocupante es la de su cabeza, yo...— Parecía estar inseguro de lo que iba a decir. —...Yo conozco a alguien que puede hacerse cargo de él, uno de ellos, él —pausó— tiene el poder de la madre tierra.


El chico pelinegro llegó hasta nosotros. Yo sabía lo que él hombre trataba de decir, sinceramente estaba impresionado de que conociera a un ser de esa especie, tragué saliva.


—No jodas Jisung, ¿Él está aquí? ¿En este pueblo? — El alfa que lo acompañaba cuestionó a lo que el chico asintió en respuesta.


—Está a las afueras del poblado, yo sólo sé cómo llegar y si queremos salvar a este chico, debemos ir ya.


Yo miré con dolor a Felix, no había pasado mucho de que le había prometido estabilidad y protección, y había fallado rotundamente. Me culpaba a mí mismo de mi ineptitud. Pesado me agaché ante los dos omegas y con mucho cuidado tomé el cuerpo de mi esposo en mis brazos, necesitaban apurarse, ser discreto no era opción. Devolví el cuerpo inconsciente del omega al chico llamado Jisung y me alejé unos metros. Ellos dos me miraban confundidos y expectantes.


Yo estaba decidido.


— Llévanos con el ser mágico, por favor. — Pedí y cerré los ojos tranquilo para luego abandonar mi estado humano.


Los dos chicos frente a mí observaron sorprendidos como de pronto apareció un gran lobo negro, todo el sentido del espacio a mi alrededor cambió, yo era tan grande como para llegar al techo de una casa. Felix fácilmente podría acostarse sobre mi pelaje. Lo malo es que había que atravesar el pueblo y no había más opción que salir del callejón por el techo de la edificación más pequeña que era unos pocos metros más alta que yo.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora