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Tres días después nosotros ya nos hallábamos en territorio del clan de los lobos

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Tres días después nosotros ya nos hallábamos en territorio del clan de los lobos.

No era la ciudad principal donde los Rurk vivían, solo unos pueblos fronterizos al igual como pasaba en el primer pueblo que tocaba con el clan de los osos. Pero aun así la gente de este lugar parecía conocer a Hyunjin, todos y cada uno de ellos lo saludaban al verlo pasar y buscaban curiosos al hombre que sería en un futuro el esposo del rey.

Yo ante aquello no podía evitar tomar la mano del alfa, como si fuera un impulso yo lo buscaba y demostraba a todos los intrusos quien era el amante de Hwang Hyunjin de Rurk. Era infantil sí, pero era así y no iba a cambiar, ya había asumido mis sentimientos por él y lo mantendría cerca todo lo que pudiese.

Cuando íbamos cruzando una calle atestada de gente para encontrar una posada Changbin silbó.

—Pareces ser bastante querido, ¿no? — Él preguntaba mientras miraba a la gente que agradecía y saludaba a mi esposo.

Seungmin resopló— Pues es lo obvio, él será quien los lidere cuando suceda la corona del rey.

El búho quién al parecer no tenía idea de aquella información parecía perturbado—¡¿Como has dicho?!

Yo lo miré preocupado, ¿Había estado viajando todo este tiempo con nosotros y no lo sabía?

—¡¿Vas a ser el rey?!— Changbin le preguntaba a Hyunjin entre gritos.

El aludido asintió, parecía avergonzado ya que pude notar como sus mejillas se colocaban rojas. Yo sonreí enternecido ante la imagen y di un suave apretón a su mano, la cual sostenía firmemente la mía.

Y con los molestos gritos del beta y los comprensibles regaños por parte de Seungmin llegamos hasta la posada. Allí nos separamos y despedimos, al parecer dormiríamos en parejas como siempre.

Mi oso que se encontraba contento ante esta situación me instó a ir rápido a mi cuarto. Yo me sentía extraño, mi animal no solía ser tan meloso como si algo lo estuviese cambiando. Pero le hice caso ya que yo igual quería estar a solas con Hyunjin. Necesitaba hablarle de algo.

Era importante. Si yo decidía que iba a amarlo a pesar de no ser correspondido debía actuar como tal, las mentirías era algo que no debían suceder por lo que ser sincero era mi prioridad.

Aquella noche le contaría todo al alfa sobre el hombre extraño que nos ha venido siguiendo desde prácticamente el primer pueblo.

Cuando entré al dormitorio, mi hombre ya se hallaba desvistiéndose para tomar una buena ducha y lo entendía, el viaje parecía a punto de terminar, un día más y lograríamos llegar al fin a Rurk. Era como si todo el cansancio que contuvimos en el proceso nos cayese encima como un yunque pesado. Lo comprendía a la perfección.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora