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Salí del cuarto de baño mientras secaba mi cabello

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Salí del cuarto de baño mientras secaba mi cabello. Me encontraba exhausto, en tan solo un día ya había vivido hasta la resurrección cosa que me tenía agotado mentalmente, solo quería dormir. Al menos me había sacado toda la sangre seca de mi cuerpo, sin mucha ropa solo pude tomar unos pantalones prestados por Seungmin. Ya dentro de la habitación miré la silueta de aquel hombre, me daba la espalda puesto que miraba algo en la ventana.


Suspiré, luego de tal fatídico mensaje que nos había dejado aquel soldado, Hyunjin había dicho poco y menos de lo que quedaba de noche, simplemente mandó al chico a casa diciendo que intentaría volver a Rurk lo antes posible. Luego sin más se alejó del grupo en silencio, ni siquiera pude hacer que me mirase. Con los demás decidimos pasar la noche en el pueblo nuevamente, poco y mucho lograríamos hacer en medio del bosque a oscuras.


Dejando la toalla caer sobre una silla de madera me acerqué a Hyunjin. Éste, al escuchar mis pasos se giró a verme. Intenté sonreír.


—Um, hey— Hablé algo incómodo, no estaba en su mente, pero estaba seguro que él ansiaba irse de aquí lo más pronto posible, lo entendía y a la vez un deseo egoísta dentro de mí no quería que se fuese. — ¿Qué piensas?


Que imbécil Felix, ¿cómo le preguntas semejante cosa?, es obvio como se siente, debe querer estar con su gente ahora mismo y yo solo lo estoy reteniendo.


El alfa quién me pareció verlo sonreír, alzó su mano y la posó sobre mi cabeza. Esperen, ¿me estaba acariciando el cabello? Lo miré algo aturdido.


—Estoy bien— Susurró mientras se alejaba— Como ya te he dicho antes, los lobos no somos cualquier cosa, aún si mi padre a estas alturas no ha llegado a Rurk ellos podrán aguantar, en cuanto el rey esté ahí todo habrá acabado.


Yo lo escuchaba en silencio, sus palabras parecían sinceras más no su mirada, estaba preocupado.


Sin saber muy bien qué hacer, me acerqué a pasos lentos y como si fuese un tonto impulso lo abracé. Mis ojos se cerraron al momento de hundir mi cara en su hombro sintiendo el calor subir a mis mejillas, él parecía sorprendido.


Y los latidos de mi corazón eran fuertes.


—Sé... —pausé— ...sé que solo somos un matrimonio arreglado y no nos tenemos tanta confianza— comencé a susurrar, nervioso —Pero puedes apoyarte en mí, demonios, soy tu esposo y aunque sea de puro nombre puedo ser tu soporte, puedo abrazarte como ahora y tú...— Paré en seco, ¿Qué derecho tenía? — ...solo has lo que quieras.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora