60

429 72 34
                                    

Los tres niños tímidos miraban al hombre silencioso, a la espera de algo, de tal vez una sobre exagerada reacción, lo que sea para que su propio mar de confusión fuese auxiliado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los tres niños tímidos miraban al hombre silencioso, a la espera de algo, de tal vez una sobre exagerada reacción, lo que sea para que su propio mar de confusión fuese auxiliado. Ya que ellos tampoco entendían nada, era comprensible. No todos los días ves a un hombre desconocido durmiendo en la cama de su padre y que a los minutos después resultase ser su otro padre también. Era un hecho casi surrealista.


Pero Hyunjin se había tomado su tiempo en reaccionar.


El hombre pasaba su mirada de mi a los tres cachorros y viceversa, los cuales dos de ellos se encontraban en una similar situación, mirándome como si esperasen que yo les dijera como deberían actuar.


La única persona aquí presente capaz de tomarse con calma la noticia era un niño de 7 años. Su-Hyeon quién parecía haber entendido a la primera mis palabras, dio el primer paso hasta el hombre de negros cabellos.


Con una radiante sonrisa digna del tercer príncipe de Jiuon se abalanzó sobre Hyunjin, quién poseía reflejos innatos y no fue de mucho esfuerzo recibir con los brazos alzados al cachorro de cabellos rubios, aún en todo su debate mental que yo suponía que estaba teniendo.


—¡Papá!


Solo en aquel momento, cuando Hyunjin tenía entre sus brazos a su pequeño hijo pudo darse cuenta de la realidad de las cosas, como una reacción inesperada, el hombre agachó la cabeza y abrazó al niño de pálidos cabellos.


Escondiendo a duras penas su rostro sobre el hombro de Su-Hyeon, el alfa de los lobos, el hombre que acabó con toda una nación se rompió. Estaba tan roto que sus lágrimas podían oírse, su lamento podía sentirse y sus quejidos podían verse.


Mi corazón se hizo pedazos.


Tanto Jooyoung como Ji-Hoon miraban atónitos la escena y desviaban su confundida mirada a mí, buscando algún tipo de ayuda, tal vez un pequeño empujón, o una señal que les dijera cómo actuar frente a esta situación.


Al final, poco a poco, con algo de cautela los dos cachorros de cabellos negros se unieron al abrazo que hasta estos momentos yo no sabía que necesitaba de ver, que tanta falta me había hecho en mi vida.


Con una vista que me decía todo.


Que por fin podríamos tener nuestro final feliz.


Aquel abrazo duró por lo menos varios minutos que no me molesté en contar, quería unirme, pero al mismo tiempo tampoco quería romper aquel lazo que el propio Hyunjin estaba creando, era un momento único de un padre y sus hijos.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora