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La noche estrellada

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La noche estrellada.

Era un bonito nombre para lo que veían sus ojos. Cuando la luna reinaba sobre el firmamento o incluso cuando ésta se iba, las que trabajaban constantemente sin tiempo alguno para descansar eran las estrellas, brillando cada una con luz propia este conjunto de puntos brillantes era infaltables para mi constante lucha por sobrevivir.

La brisa era fría pero no al punto de estremecer mi cuerpo, no sabía que temporada era ni si es que era normal, pero agradecía que no fuera el invierno colosal capaz de matarme cuando durmiese.

La arena bajo mis pies se veía fina, suave y cálida la cual se mezclaba perfectamente con la fogata ardiente, siendo esta la única fuente de calor para mí en esta solitaria noche.

Ardiente por si sola yo me perdía en su fuego incontrolable, era así todo el tiempo, donde yo no podría evitar recordar el rostro de aquella persona. Porque lo amaba tanto y jamás dejaría de hacerlo.

Lo extrañaba tanto.

Había perdido la noción del tiempo hace tanto que no tenía idea que año era, ni qué edad tendría ahora solo que era lo bastante como para preocuparme, tal vez más de dos años. Y mi cabello largo era la prueba más visible que tenía.

Aquello hacía que mi corazón doliese.

Quité la vista de la ferviente fogata solo para observar el lejano horizonte, basto y amplio se perdía en el fin del mundo donde quisiera que esté, el lugar al que debía volver sí o sí.

—Has llegado al final del camino gran rey— Yo cerré los ojos al escuchar aquella voz, una que resonaba en mi mente con la presencia que me hacía tener escalofríos. Al volver a abrirlos lo vi.

Un espectro azulado con una forma lobuna se mostraba ante mí.

—Eres tú— Respondí mientras me acomodaba mejor en la arena.

Mañana sería el día en el que toda esta pesadilla acabase, cuando al fin pueda volver a pisar las tierras de mi hogar, cuando por fin pueda volver a verle, incluso si era desde la distancia. De todas formas, ¿cuánto tiempo había pasado?

El espectro se mantenía intacto en su lugar.

—Héroe de Jiuon—hablaba en mi mente— Has cumplido con tu destino, has devuelto la paz a nuestras tierras y has logrado defender a todos nuestros habitantes.

Yo lo escuchaba más no podía aguantarle, desde el momento en el que lo escuché por primera vez. Cuando el circulo estaba por activarse lo sentí, aquel impulso, ese retumbar en mi corazón, en mi cuerpo entero. Había voces que me atropellaban la mente diciendo que saltase y así lo hice.

Para el momento en el que quedé fuera del círculo ya era demasiado tarde.

Felix y todo el mundo se habían ido y me quedé solo con un propósito. Defender Jiuon tal y como me decían aquellas voces, entes que luego comprendí que era.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora