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Las operaciones habían salido con éxito, tanto como Yeongin como Changbin habían acabado con la herida cerrada, ahora solo quedaba esperar a que despierten, a pesar de que los médicos lo veían muy difícil

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Las operaciones habían salido con éxito, tanto como Yeongin como Changbin habían acabado con la herida cerrada, ahora solo quedaba esperar a que despierten, a pesar de que los médicos lo veían muy difícil.

Como me pasó a mi hace mucho, al estar mucho tiempo inconsciente, mi animal toma mi lugar y hace falta un gran tirón externo para que la bestia retroceda cediéndole el control al lado humano nuevamente.

Era todo muy complicado porque también había unos casos donde no era necesario y uno despertaba normalmente.

Así que nunca sabríamos. Y solo tendríamos que esperar.

Habían trasladado a mis dos hermanos en una misma habitación, pero a Changbin no, a petición de Seungmin a quién todos miraban lo dejaron en su cuarto de siempre, donde ahora también montaría guardia el elfo.

No hubo caso de decirle que fuera a descansar. Era difícil discutir contra un ser mágico con más de 300 años.

Por otro lado, apenas acabaron de dejar seguros a los heridos Jisung desapareció, Minho estaba demasiado preocupado, es más no parecía quedarse quieto en ningún momento hasta que llegó al punto en el que también desapareció de mi vista.

Esos dos me tenían con cuidado. La batalla aún no acababa, y era muy probable que hubiesen todavía algunos enemigos sueltos por Rurk.

No habían señales de los demás clanes, cosa que era muy seria, ya que se estima que también los atacasen a ellos. Según ellos, los invasores se habían infiltrado hace mucho en el reino, haciéndose pasar por betas no cambia formas normales para que cuando sea el momento salir por donde menos nos lo esperásemos.

Fuimos unos imbéciles. Por eso mismo Hyunjin no encontró mucho por donde fue, no más que alguna información por parte de invasores en la costa que estaba seguro que ahora no estaban con vida. Y tampoco es como si me importase.

Yo quería hablar de todo con mi esposo, pero sabía que no era el momento y ni tampoco quería volver a repetir la escena allá afuera por lo que apenas montaron barricadas en el castillo dejé ir al hombre que tanto me hizo extrañarlo nuevamente.

Había partido a la batalla en el pueblo.

Yo por supuesto me quedé, ya no era tiempo de hacerse el héroe a sabiendas que obviamente mi hombre se encargaría de todo.

Me encargué de organizar a tanto como a los soldados como a los refugiados en el castillo, debíamos estar atentos ya que incluso en este lugar pueden que hayan infiltrados. Era un miedo constante el sentir que alguien de pronto te saltaría al cuello.

La alarma de guerra se había dado y a pesar de jamás haber estado en una antes me sentía con los pies bien puestos sobre la tierra. Al menos cuando el dirigir el castillo se tratase.

Wolf a BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora